Editorial semanal: El precio del estilo
Algunas reflexiones sobre uno de los aspectos más importantes del mundo del surfing
Foto de portada: Tudor por WSL
Hay un intangible en el surfing que vale millones y por el que las marcas dejan la vida y es de las cosas más fascinantes que tiene junto a algunos deportes: El estilo; la forma de pararse en la tabla y frente a la vida, de vivirla, de mostrarse y de ser.
Parece bastante claro que esto que menciono en el párrafo anterior solo es valioso cuando es en serio. Cuando es posado, no gusta y por ende, no vende.
Todo aquel que quiere forzar su estilo, su pose, da ganas de vomitar. O sea, es mejor un surfer pro competitivo auténtico que aquel que se hace el soul pero es claramente falseado, ese que viene con la camiseta toda rota y el pelo sucio pero maneja la Toyota Hilux de papá de 60.000 dólares. Hippie con billetera, le dicen.
O aquel que simplemente se sabe que está posando para hacerse el coso y que no es tal cosa. Ese resta mucho más que cualquier hijo de Obdulio, ser humano del bien, que solo quiere surfearse unas olitas.
Y todo esto viene porque empecé, y me hubiera gustado terminarlo (pero empezaron las vacaciones escolares), el último episodio del How Surfers Get Paid de Stab, el mejor producto que tiene esa empresa de comunicación.
En los minutos que vi, Joel Tudor, core lord, básicamente habla de que su participación en una de mis películas favoritas de la historia, Shelter (año 2000), que para él influenció a toda la Focus Generation y a los hermanos Malloy (que produjeron la peli) a empezar usar tablas alternativas, shorts cortos, etcétera.
La película básicamente es ellos en una granja en algún lugar de Australia, conviviendo y surfeando… Pasan varios de los mejores del mundo y algunos cuentan que Tudor estuvo medio intratable en el viaje porque se la pasó de ácidos, las 24 horas prácticamente todo el viaje. Joel se ríe a carcajadas del tema.
Pero le pidieron que caiga con todas sus tablas raras y que vaya a surfear y en eso él cumplió.
El ego de Joel es gigante y difícil será saber si su pose y su participación en ese viaje tan especial tuvo algo que ver con lo que se valora hoy (hablan incluso de que la marca Patagonia cambió post Shelter a partir de los consejos de los Malloy -presuntamente influenciados por Tudor-). Pero lo que es claro es que Tudor es, con sus defectos y bondades, un tipo auténtico que generó una revolucón underground que de hecho ya no es más under, es mainstream.
Nunca hubo tantos loggers, nunca hubo tantas twin fins, nunca hubo tantas mid lengths, etcétera.
Es un tema tan interesante. Porque con esto de que las marcas están intentando renacer como nacieron las primeras, desde justamente el corazón, desde lo puro, hay intentos de todo tipo para hacerlo. Y va desde los Florence y familia (allá arriba de la pirámide) a los patéticos influencers que se da arcadas ver cuando te aparece su publicidad paga en redes.
Es un tema fascinante, y el punto más importante de todo esto para mí es volver a lo del principio: A todos los terrajas falsos que posan ser soul, que posan ser auténticos y se esfuerzan por serlo y por mostrarlo, relájense que podrán lograr meter un canje con una marca que no entiende nada a quien está contratado, pero de este lado, todos sabemos lo que hicieron el verano pasado.
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