Cine, tablas y comida: Calmando las ganas de agua en una noche de verano en Asturias

Cuando una fiesta surfera permite sanar (al menos un poco) el dolor que causa la ausencia de olas


Nota presentada por Vissla - Por Carlos Serrano - 

Hace ya tres semanas que en el Cantábrico no rompen olas. El “platazo”, que corre el riesgo de alcanzar el rango de “histórico”, ha provocado que la comunidad surfera del norte de España busque el contacto con las olas lejos de la playa, visto que en el mar se antoja complicado.

Por suerte, en estas fechas abundan los eventos que proyectan los últimos vídeos y películas de la temporada, vinculados a menudo a festivales y campeonatos que se suceden a lo largo de la costa; estas “fiestas surferas” suponen una pequeña serie en un horizonte plano.

Encontrándome en Salinas, rascando el cuarto de metro escaso que tímidamente se asomaba a la playa, recibí la llamada de Raúl García, (sales manager de Vissla en España), instándome a acudir a la Casa de Cultura de Avilés, una de las ciudades de mayor presencia surfera de la Península. Allí se estrenaba Momentum Generation, el documental del reconocido productor Taylor Steele (Momentum, 1992; Drifting, 1996, The Drifter, 2009; Castles in the Sky, 2010): un film que a más de uno de los presentes arrancó lágrimas y recuerdos de juventud. Ver a Slater, Machado, Shane Dorian, Taylor Knox y Ross Williams, entre otros ídolos de los años 90, abordar desde un punto de vista cercano y empírico su indudable protagonismo en la explosión del surf en los años 90 pone los pelos de punta. Y sobre todo, al ser conscientes de que dichos surfers, junto con el propio Steele tras las cámaras, lanzaron una bomba atómica sobre las playas de todo el mundo que provocó una onda expansiva cuyas olas aún siguen rompiendo, interminables.

Ambiente concurrido frente a la Casa de Cultura de Avilés. Todas las fotos: Vissla

Sus motivaciones, miedos, instinto y filosofía son los nuestros presentados bajo un tinte fosforito. Y lo cierto es que, un cuarto de siglo después, muchos aún se preguntan si deben entender el surf según la voracidad y competitividad de Kelly Slater, o con la parsimonia y estilo de Rob Machado.

El epílogo de la noche, una vez fuera de la sala de cine, fue acompañado por los acordes rockeros del grupo asturiano Bisonte y las risas del propio Steele, que no dudó en charlar y fotografiarse con los numerosos curiosos que ansiaban conocerle. La plaza de Domingo Álvarez proporciona un bello encuadre a la noche, con niños y parejas paseando bajo las columnatas barrocas. La arquitectura de la villa de Avilés, de tradición marinera y mercantil, acerca al visitante el próximo aroma del mar.

Efectivamente, las olas no andan lejos. Sobre una pantalla gigante, entre el aroma de los tacos, burritos y hojaldres provenientes de los food trucks, se emitió otro estreno, Rolling Review, un corto que nos muestra cómo los chicos de Vissla se las apañan para convertir un palacete en un taller de shaping. A mí alrededor huele a serrín y a foam. Sergio, de la firma catalana Flama Surf, se afana en crear una de sus célebres tablas de madera, y lo hace a la vista de quien desee asomarse a su caravana. Taylor Steele es uno de ellos; sus ojos bailan entre las maderas, entre las astillas, repasando los bordes de las quillas mientras sus dedos juegan con los contornos de los cantos. Parece querer sumergirse entre las aguas de un Cantábrico que sigue liso como un plato. Por suerte, gracias a la música, la comida, las tablas y las películas, todos hemos conseguido olvidarlo.

Sergio, de Flama Wooden Surfboards, haciendo su magia en vivo y en directo en Avilés, captando la atención de niños y adultos.

 

Comentarios: