Thiago Passeri logró hacer hoy en Honu Beach, de un día divertido, uno épico. Se dan esos días en los que las olas no terminan de definir, hay quienes dicen que está malo, otros que está increíble y obvio que otros que “más o menos”.
El más chico de los Passeri se mantuvo optimista y para él había tubos: “La verdad es que había olitas , estaba divertido pero no había tubos. Aunque, en frente a la escuela de surf había una corriente que llegaba hacia un banco, había muchísima corriente y la remada que había que hacer era muy exigente. Había remado una ola antes que no llegué y me cayó esa al pie; estaba perfecto ubicado y: Dropié, ya adentro, ya por más que estaba bastante profundo y capaz parecía que no salía, yo desde adentro ya sabía que iba a salir”.
“Y cinco minutos antes Pancho Cosoleto me dice: ‘¡qué va a haber tubos!” y yo hacía 10 me había pegado uno pero muy chiquitito que se me había aplastado y había salido sucio por la doggy door. Le dije: ‘Hay tubos, recién me pegué uno medio choto pero ahora me voy a pegar uno buenazo’, y así se dio”, contó Thiaguito.
El relato, o la vivencia desde la playa es un tema a parte: La alegría de un padre por el bien suceder de un hijo es mayor que la propia, o debería serlo. Martín Passeri cumple con esto al pie de la letra pues vive el tubazo que se metió su hijo Thiaguito con mayor alegría y expectativa que si se lo hubiera metido él (y eso que él se ha metido tubos por todos lados).
A todo esto, el tío Joaquín estaba intentando mantener el pulso, peor papá Martín estaba demasiado emocionado.
Una joyita del surfing argentino, latino y mundial.
