Cuando en 1994 Fernando Aguerre fue electo por primera vez como presidente de la International Surfing Association, con los juegos olímpicos de Sídney 2000 a la vuelta de la esquina, todo le hizo sentido a él: El surf tiene que estar ahí.

Pero no fue así para el resto de la comunidad del surfing mundial, ni tampoco para el círculo cercano del propio Aguerre.

La gente lo trató de loco y por más que durante años estuvo detrás del objetivo, reuniones en Suiza y en distintos países donde se reunía el mundo olímpico, la el objetivo por momentos cada vez se ponía más lejos.

Básicamente sucedía lo siguiente: Para que entre un nuevo deporte, debía salir uno viejo y la votación para que eso suceda la hacían precisamente los deportes que ya existían. Era como que votes para que tu hermano deje de ser parte de tu familia.

Aguerre perseveró pero también el mundo cambió. Quedó en evidencia que el movimiento olímpico se había vuelto en algo aburrido, con solo dos o tres deportes que eran atractivos para los jóvenes del planeta.

Y cambió la carta olímpica y a Tokio le gustaba el surfing y al mundo olímpico le gustaba el surfing y ahí estaba Fernando con todo el camino recorrido; luego de haber golpeado la puerta por dos décadas, esta se abrió bien ancha.

Este documental cuenta todo este proceso: Aquella locura de este argentino que soñó que el surfing sea olímpico y lo logró.

Se estrena el 1º de julio y estará disponible aquí en DUKE.