Historias de amor intenso: Nahuel Amalfitano y La Zanahoria
Llevan más de siete años juntos, “fue amor a primera vista”, dice el big rider argentino. “Es loco decirlo pero siento amor por esta tabla”, agrega
La Zanahoria, como Nahuel Amalfitano llama a su gun más confiable, tiene un pasado desconocido, con signos que se sospechan conflictivos, relacionados a un anterior propietario que ha fallecido. Se conoció con el big rider argentino en 2011, él dice que “fue amor a primera vista”, y en realidad fue mucho más que amor; fue uno de los puntapiés que llevaron a que el argentino se convierta en un big rider de peso que, por ejemplo, se mete tubos en Jaws.
Esa tabla ha estado dentro de algunos de los barriles más espaciosos y pesados del mundo, ha bajado olas gigantes, ha sabido cambiar para agradar a su compañero (de single fin a quad) y el amor que se tienen el uno por el otro, solo crece. Y, viene durando mucho considerando el uso que el dueño le da.
¿Qué dimensiones tiene la tabla?
La Zanahoria es una 9’1 , no tiene detalles de sus dimensiones específicas, es una tabla mágica, tampoco lo dice, pero lo es…
¿Cómo la conociste?
Estaba en Arica en el año 2011, compitiendo en el evento QS que se realiza todos los años, ¡las olas estaban buenísimas! Sin buscarlo di con una persona llamada Chris, él era cubano, pero parecía boricua, muy buena onda. Llegó el fin del viaje y me la ofreció, como había rasguñado algunos dólares en el evento le dije que sí y la compré a 500 dólares. Fue la primera tabla larga en la cual creí, y creí mucho... Sin saberlo, fue amor a primera vista.
¿Qué fue lo que te gustó de ella?
Sin saber lo que era usar una de esas tablas, no me concentré en lo técnico, me gustó la tabla. Medía bien y tenía su “flow” la situación. Era algo que debía ser... Una relación a ciegas.
¿Qué te llevó a modificarla?
La utilicé por primera vez en El Buey. En mi primera ola con la “Zanahoria” tomé esa ola en el buey que calificó en la categoría 2011 Monster Paddle In para los Big Wave Awards. La estaba usando con una sola quilla. Bajé una derecha en El Buey, apenas un poco vertical y la tabla respondió… Dije: “Wow, me gusta este deporte”, que según mis experiencias en Argentina era algo muy diferente.
Me llevé la tabla a Argentina y la miraba y miraba. Mi plan era ir a Puerto y la quería llevar, pero así no, debía hacerla quad, a las olas tubulares le gustan las quads, y seguí creyendo.
¿Cómo es eso que no sabés quién la hizo?
La compré a una persona que no conocía y su historia estaba relacionada con una persona que había perdido la vida. El dueño no quería venderla, se notaba que había un valor sentimental en esta tabla. Insistí y le prometí que nunca la vendería, que la utilizaría para correr las mejores olas que aparezcan en mi rango de oportunidades.
¿Qué olas memorables surfeaste con ella?
Muchas… Creo que es la tabla que más satisfacciones me ha dado, desde esa del 2011 hasta mi surfeada del año en 2016. Es una tabla especial para mi, con la cual he vivido momentos inexplicables. Es loco decirlo pero siento amor por esta tabla, shapeada por una persona que no he podido descifrar, seguro su destino era este... ¡Ser una tabla especial!
¿Ha sufrido lesiones?
Estuvo invicta durante seis años y en 2017 se partió tres veces.
Y, ¿por qué le ponés la cinta Pato en el medio?
“El tape lo pongo para tapar la caja del single fin, para que no arrastre agua e influya en la velocidad de la tabla. Todos los años lo cambio, ¡pura física lo mío (risas)!
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