“Por lo único que podía rezar es que inflara mi chaleco y rebotara como una pelota de tenis entre las rocas”
El relato del peruano Ignacio Salazar sobre una experiencia en Mavericks que casi le quita la vida. En lugar de lamentarse, se fue de nuevo para adentro a buscar otra
El big rider peruano, Ignacio Salazar, se las vio feas en el swell más grande de la temporada en Mavericks, el pasado 18 de diciembre. En un post en su Instagram realizado ayer, cuenta la escalofriante historia de un golpe que perfectamente pudo quitarle la vida:
“Ves a esa persona, ese soy yo tras el peor golpe de mi vida y el primero en Mavericks.
Estaba haciendo tow in el gran lunes en Mavericks, Benjamin Sanchis me dejó en una bomba pero por alguna razón que nadie sabe y la marea alta, la ola desapareció. Pero, como ya estaba surfeando la ola, me mantuve más deep, pensando que la ola reformaría, pero nunca lo hizo y me dejó en el peor lugar del mundo, en el bowl.
¿Y adivinen qué? La siguiente era una bomba de 30 pies y venía lista para comerme y destruirme. Traté de nadar por abajo pero fue en vano. Me iba a comer y sabía lo que se aproximaba.
Me fui “over the falls” y me llevó bien profundo. Mi wetsuit se corrió por encima de una de mis manos por lo que tenía una sola mano para jalar el chaleco inflable y no encontraba la cuerda. Sabía que estaba muy profundo por lo que comencé a remar hacia arriba. Me llevó como 10 brazadas para llegar a la superficie y, en un segundo, otra ola vino y de nuevo estuve bajo el agua por un buen tiempo.
No logré inflar el chaleco porque el wetsuit seguía tapando mi mano y no encontraba la cuerda.
Al salir estaba literalmente al lado de las rocas gigantes y venían más olas atrás. Por lo único que podía rezar es que finalmente inflara mi chaleco y rebotara como una pelota de tenis entre las rocas, esperando no darme de frente y quedar como un cangrejo.
Por lo que, otra ola vino, me empujó hacia las rocas y gracias a la flotación pude rebotar por entre estas hasta pasar hasta el otro lado y llegar a la laguna.
En donde se me ve es donde la ola me dejó al final. Recuerdo darme vuelta y ver lo que acababa de suceder y decirme: ‘Jesús, ese fue un paseo salvaje. Necesito surfear una buena’. Por lo que volví una vez más”.
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