Josh Kerr tiene sólo 38 años y en ese corto periodo de tiempo ha dejado una marca impresionante en cuanto entorno se ha metido.

En los noventas fue uno de los precursores del mundo de los aéreos, cuando se quiso incluso hacer un circuito, era estrella fija en los mismos. Este circuito, separado de la ASP (ahora WSL), lo habían hecho porque entendían que los jueces de la entidad no pagan los aéreos como se merecían.

Luego el australiano decidió ser parte del tour, por qué no, él era mucho más que un ser del aire. Ahí fue destaque, fue parte de la elite desde 2011 a 2017, top 10 durante cuatro años seguidos, se fue sin ninguna victoria en su haber pero con un par de finales y terceros.

Como la vida le sonríe, invirtió tiempo en olas grandes y en enero de 2016, invitado al WSL de olas grandes en Todos Santos, hábil competidor, se bajó unos olones para ganar el evento.

En 2017-2018 se retiró definitivamente del tour con una tranquilidad, no solo de sus patrocinadores sino que en 2016 había creado junto a Fanning, Parko Y Durbo la fábrica de cervezas Balter, que en 2019 se vendió por una suma jugosa no revelada. Se sabe que es jugosa.

Una de las más prestigiosas marcas de tablas del mundo, Album, comenzó a ser la que él usaba todo el tiempo; hizo con Surfline una guía de twin fins, precursora, previa al Electric Acid Surfboard test y no se las sacó de arriba. Ahora se lo ve siempre rompiendo con esas twin fins. Dicen por ahí que es parte dueño de la empresa...

Ese surfing de línea que establece con las mismas, parece increíble que venga del mismo ser que era ganador de eventos de aéreos en olas de medio metro.

Finalmente, Josh es padre de Sierra, una de las mejores juveniles del mundo.

Es un tipo completo.