Recomponiendo el alma en un yate, un gomón y un montón de amigos
El Salvador no deja de sorprenderme
Cobertura especial presentada por Surf City - El Salvador Travel
Debo confesar que los últimos días no han sido fáciles. La vida del viajero a lugares surfers se suele sobre valorar de forma barata; solo porque estás en un lugar paradisíaco con olas perfectas no quiere decir que la estás pasando bomba.
Por mi parte, lo que me duele en el alma es estar lejos de mis hijos y lo siento en la médula, extraño el día a día con ellos, cuando pasan tantos días sin que cumplas tu rol más fundamental, te sientes totalmente perdido.
Es un poco perturbador eso del call diario de la WSL… Onda, planifico que vuelvo un día y ese día por hache o por be, nunca llega.
Pero claro, también sé que estoy aquí porque es mi trabajo y mi trabajo los alimenta a ellos… Pese a todo eso, es duro sentir la falta de la vida “normal”, vivir con ellos la rutina tan hermosa que es verlos crecer y enfrentar su día a día. Las clases de fobal, telas, basket y music lab.
Siempre pienso que mi momento favorito de la vida es ir a buscar a mis enanos a la escuela.
En fin, en medio de todo este esquema anecdótico y nostálgico, en el paraíso del surfing mundial que es El Salvador, recibí el llamado de mi viejo amigo Karin Sierralta para ir a surfear en un barco a un “secret” en una desembocadura de un río.
Todo fluyó perfectamente bien: Llegó Mateo Rojas, Ixa Llambías y el gran Juani Gayol y el resto de la banda.
El plan era surfear el banco de arena secreto ese.
En un yate, con la banda, pasando bien, avanzamos por un río hacia el océano.
Cuando llegamos a la desembocadura, todo fue un fracaso… Me habían dicho que iba a estar como Indonesia y el mar estaba soplado, choppy, un desastre.
Para colmo, a la tripulación le dio miedo meterse más adentro y el surfing quedó delegado a segundo plano.
Las tablas estaban parafinadas, todo estaba listo y nadie quiso jugársela por el surfing.
Pero de la nada apareció un botecito con un gomón redondo, de esos que juegan a tirar al agua a las personas… La oportunidad se hizo presente: Vamos a divertirnos de esa manera.
Mateo me dijo después que se divirtió más que surfeando.
La joda fue que estuvo increíble, se pasó de maravilla con ese gomoncito y el barco que nos intentaba tirar al agua.
Ese bajón del que hablaba arriba fue borrado.
Gracias a El Salvador y sus oportunidades.
Yo pasé una tarde increíble que será difícil repetir en mi vida. Ese sacudón que me dio el chapuzón del tortazo en el gomón me despertó para amar la vida de mejor manera que como empecé la jornada.
Y así están las cosas por acá.
Ojalá mañana se largue el día final y todos volvamos a casa felices.
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