Un GIGANTE signo de interrogación

Parto una vez más desde Montevideo, esta vez hacia lo semi desconocido, pero también supuestamente deseado


Son las dos de la mañana en el aeropuerto de Carrasco, en Montevideo, capital de la República Oriental del Uruguay. Un país bastante aburrido, especialmente para ser surfista.

Pocas olas, gente conservadora, mucho fútbol, poca mente abierta.

Desde aquí, desde donde mil veces he partido, esta vez me encuentro en una situación bien interesante; Me propusieron ir a un lugar que vale mucho la pena pero que no puedo decir cuál es.

Me desafía hasta la médula, sé que me replanteará la vida, sé que me temblarán las piernas, la cabeza y el alma. ¿Será la misma mi forma de ver mi pasión después de esto? ¿Querré regresar a mi destino alguna vez más? ¿Querré no volver jamás?

Por todo esto elegí endeudarme para viajar. Por esto decidí alejarme de mis dos amados y preciosos pichones, a una semana de volver de El Salvador, para rajar nuevamente, meter 20 horas de vuelo y ver qué pasa.

Es como esa propuesta de una película de terror, que te fuerza a meter el ojo donde no se debe, ahí me voy.

Yo sé que será muy interesante y revelador.

Pa ahí me voy. Dos tablas, una valija, una cámara de fotos, ropa abrigada y la buena onda y las ganas de compartir.

Prometo compartir más en la próxima. Perdón por la falta de info. ¡Dios me perdone!

Gracias a Chivipizza y Capi Bar por dar una mano en todo esto. ¡Es importante mencionarlo!

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