Conversaciones en La Isla (Temp. 1 - Ep. 3): Olas grandes con Pepe Gómez

Una de las historias más increíbles que se conocen entre los surfistas que bajan montañas de agua; del medio del campo a Nazaré, Waimea y más


Este espacio es presentado por La Isla Surf Shop - Video por Nicolás Mendiola

Pepe Gómez tiene una de las historias de surfing más increíbles que puedan contarse. Criado en el medio del campo ya con 19 años un día quiso probar una tabla de surfing y se fue al agua con un amigo, Carlitos García Arocena, que lo llevó para afuera en un día de buenas olas en Maldonado.

En lugar de echar para atrás o mirar a las condiciones con miedo, se fue para el agua, entró como pudo, nadando con la tabla atada al pie, y se sentó en el pico.

Se bajó un olón y por supuesto que fue un wipe out.

Pero ahí, en ese momento inició una pasión que no tuvo parangón ni límites de ningún tipo. Pepe se enamoró no del surfing, se enamoró del surfing de olas grandes.

A él le gustó bajarse esa ola con un tamañito y de ahí en más buscó tamaño y el tamaño fue cada vez más grande: Su primera parada fue Punta de Lobos en Chile, una de las olas más grandes del mundo. Sin saber mucho y sin querer preguntar, se metió por los morros a bajarse olones.

Luego fue Pico Alto, México y luego la meca, Hawái. Y Pepe no iba a mirar de afuera, iba a esperar el día grande y a mandarse de cabeza.

Hay un cuento de un día en Waimea que lo pinta muy bien, en esta conversación de olas grandes que tuvo lugar en La Isla.

Y todo esto mientras que turnaba su trabajo en Soriano, un departamento que tiene todo menos un océano con olas grandes cerca.

Pepe, obstinado, enfocado, testarudo si se quiere, siguió adelante buscando ese placer, esa alegría que le da solo surfear olas grandes y por eso conectó con Thiago Jacaré, surfearon la Laje de Jaguaruna y de ahí sin paradas fue para Nazaré donde de a poco ha ido subiendo la escalera.

Como hizo moto cross de joven, Pepe es muy bueno piloteando el jet ski y por ende se ganó el cariño, respeto y la confianza de varios pesos pesados como el propio Jacaré o el gran Nic Von Rupp.

Como hay que pagar las cuentas, también cambió su trabajo en el campo. Decidió operar máquinas para poder ganar más dinero, sacó un préstamo que se fue pagando con laburo y que con el paso del tiempo le dio más tiempo para viajar.

Acaba de volver de bajarse unos olones en Nazaré, con un par de costillas rotas. Se está recuperando para irse a Puerto Escondido, donde quiere meterse unos tubazos.

En el mundo del surfing se acostumbra ver que el que baja esos olones se crió en la playa, todos los días respirando con salitre, el Pepe lo hizo en el medio del campo y a la hora de bajarse el olón, él se manda.

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