El último niño al que elegían en el picadito de la escuela

"Ganar campeonatos, competir y obtener resultados es pasajero (...) Hay cosas más importantes, como el amor, la familia y estar bien de la cabeza"; pasado, presente y futuro de Marco Giorgi, en entrevista


Por Mateo Castells - Foto de portada por William Zimmerman - Entrevista presentada por Capi Bar 

De chico no le gustaba el fútbol y dice que era malo. O atajaba o no jugaba. A los ocho años se paró por primera vez en una tabla y desde ese momento todo fue amor. Hoy, a sus 35 años, ocupa el puesto 60 en el QS regional sudamericano de la World Surf League (WSL), es padre, le interesa la meditación, a veces escribe y no tiene pelos en la lengua para hablar de lo que no le gusta.

En el centro de Ferrugem la gente desfila con sillas y sombrillas de camino a la playa, embadurnados en protector solar mientras el primer swell del año bombea con buen tamaño en las costas de todo el sur de Brasil. Marco Giorgi había estado surfeando esa mañana la izquierda de Guarda do Embaú, con condiciones indonésicas y mucho crowd en el agua.

Nos encontramos en un café sobre la calle principal, justo al lado del moderno Pitaya Beach Club, mientras en los parlantes del lugar suena Blowing in the Wind de Bob Dylan. Nos estrechamos las diestras y nos sentamos bajo una sombrilla mientras el sol de la tarde raja la calle adoquinada.

Tras su cara curtida por el sol y el agua salada hay un pibe que creció en La Paloma, suelto en la calle y sin las preocupaciones que posee la modernidad. De chico no le gustaba el fútbol y era ese niño al que elegían último en los picaditos de la escuela, porque sus destrezas con el balón eran nulas.

Desde antes de meterse al agua con una tabla tenía proximidad con el mar y el surf: Su padre y su hermano eran surfistas, pero él nunca sintió presiones para ir a buscar una ola. Cuenta con dejos de nostalgia que la primera vez que se paró en una tabla fue en el Corumbá, con un bodyboard para niños, de esos que tienen dibujos estampados en una solapa de nylon y son de espuma plast. Luego, a los ocho años, con una Raglan 5´11 amarilleada y con los bordes pintados de verde, que pertenecía a su hermano, fue al mar en busca de sus primeros paseos.

Marco en una de sus olas favoritas, Guarda do Embaú. Foto: William Zimmmerman

¿Qué te acordás de tu infancia?
De chico era fatal. Recuerdo que con mis amigos nos subíamos a los pinos gigantes y atábamos alambres de un árbol a otro, de forma que quedara tenso, y le poníamos un tubo de PVC con el que nos deslizábamos como si fuera una tirolesa. Pero el PVC se gastaba con el paso de los días y sabíamos que alguno se iba a matar. Pasábamos todo el día tirándonos hasta que el tubo se rompía, y de ahí siempre salían brazos quebrados, esguinces, golpes en la cara. Siempre había una historia.

Cuando todos sus amigos empezaban a andar en bicicleta, a él no le llamaba la atención: “Corría para todos lados”, dice entre risas y cuenta que, en aquél entonces, las casas del balneario no tenían rejas ni muros y siempre atravesaba los patios de sus vecinos a las corridas, por lo que todos lo conocían como el niño que pasaba todo el día corriendo.

A los 11 años se fue a vivir a Garopaba, Brasil y hasta los 16 volvía todos los veranos a La Paloma.

¿Qué te quedó de Uruguay?
De Uruguay me quedaron los recuerdos de la infancia, amigos, gente conocida, anécdotas de crecer en libertad. Me quedó un amor en una época con el que me reencontré 10 años después.

Marco Giorgi en el último challenger en el que compitió en Ribeira D'Ilhas, Portugal, en el que logró avanzar a ronda 2. Foto: WSL/Poullenot

Hoy en día el surf es tu trabajo, ¿cómo hacés para seguir encontrándole el encanto y no caer en lo monótono?
El surf es mi trabajo y tengo que prepararme y ser profesional, entrenar y estar siempre trabajando en tablas nuevas, filmando contenido y manteniendo una linealidad en el trabajo, para mantener un cierto nivel de performance.

Mientras habla de los tecnicismos que posee la profesión, un gurí con una tabla abajo del brazo, con la cara pintada de blanco y una lycra color verde, lo saluda a lo lejos con admiración y Marco devuelve la gentileza. Tras el encuentro, suspende su plática y se queda pensando. Le pregunto si es una situación que se repite en su día a día a lo que me contesta que sí. Retomo el hilo de nuestra conversación.

El amor está en buscar refinar ciertas cosas, siempre hay cosas para refinar y aprender. No es que tenés más de 20 años de surfing y aprendiste a surfear y ya está. Siempre hay una cosita que te queda. Pienso que me gustaría mejorar el aereal de backside, o me gustaría hacer tal cosa mejor que ahora. Ahí está el encanto, porque ese es el camino que nunca tiene fin. Y lo más loco del surfing es que es un deporte muy competitivo y cada vez más serio. Para estar con los mejores surfistas tenés que tener esa preparación física. Y ese paso que es esa preparación, te da esa oportunidad de llegar a ese paso técnico, de poder pulir cada detalle.

"El amor está en buscar refinar ciertas cosas, siempre hay cosas para refinar y aprender. No es que tenés más de 20 años de surfing y aprendiste a surfear y ya está. Siempre hay una cosita que te queda. Pienso que me gustaría mejorar el aereal de backside"

Para explicar su idea dibuja lineas imaginarias con sus manos y elabora ademanes para afirmar que su búsqueda por la perfeccion radica en pequeños granos de arena, imperceptibles y sutiles al ojo ajeno. Su búsqueda está en los detalles que solo él percibe y siente, pero que lo acercan cada día un poco más a su objetivo, no tanto apuntando a las baterías y a la puntuación que otorgan los jurados a sus olas, sino a la satisfacción que obtiene al poder clavar mejor el borde en un latazo o de salir flagrante de un salón verde. “Hay que ser bien autocrítico”, remata.

¿Qué te hace estar convencido de lo que hacés?
A veces pienso en amigos que tienen trabajos comunes de 12 horas, con experiencias muy distintas a la mía. Ellos están estresados, tienen 30 años, terrible panza y están pelados. Entonces me doy cuenta que tengo suerte de poder vivir y estar en el agua, haciendo un deporte que es bastante saludable y te da esa conexión. El agua salada tiene esa energía. Sos una persona antes de entrar al agua y cuando salís sos otra totalmente distinta. Esto pasa hasta si te pegas un chapuzón en la orilla. Y no solo te lava el olor a sobaco, te lava la energía, te deja más liviano.

"A veces pienso en amigos que tienen trabajos comunes de 12 horas, con experiencias muy distintas a la mía. Ellos están estresados, tienen 30 años, terrible panza y están pelados. Entonces me doy cuenta que tengo suerte de poder vivir y estar en el agua"

Mientras narra el día a día de muchos que lo miran a través de una pantalla bajar rampas de agua con la mano aferrada al rail de su tabla, buscando la sombra en las olas más famosos del mundo, sonríe y reafirma la dicha que tiene de “trabajar de surfista”.

¿Nunca sentiste que la rutina te empujaba hacia el aburrimiento y el acostumbramiento?
Es muy difícil, porque tengo una rutina para entrenar, con ciertos horarios que cumplir, pero al mismo tiempo, todos los días son diferentes, porque siempre me tiro con tablas distintas y me enfrento a condiciones siempre cambiantes, y eso te da la posibildad de entrenar aspectos variados. Si hay viento nordeste puedo entrenar un aereal de frontside, si hay viento sur puedo entrenar una maniobra de backside y cambiar de tabla. Siempre hay maneras de cambiar.

Entonces, ¿dónde está la clave para mantenerse motivado?
Creo que hay mentes más cuadradas que duran menos en el mundo del surfing justamente por esto. El click está ahí. Hay gente muy enfocada en las baterías y las competiciones y se les va este amor. Y esto es una aspecto con el que siempre tuve mucho cuidado, porque realmente existe esa monotonía si la buscas, si no la sabes llevar, pero también existe el otro lado. Hay infinidad de tablas que probar y hacer, muchas olas y viajes que plantean diferentes desafíos.

¿Qué más te gusta hacer?
Me gusta leer y me gusta escribir. Escribo ideas y pensamientos, cosas que necesito bajar a tierra. Hace tiempo tenía un blog, también escribí para una revista de Brasil. Hoy en día me gustaría escribir más, pero me cuesta arrancar.

Hablando del encanto de la vida con Marco Giorgi. Foto de su archivo personal

¿Dónde encontrás el encanto de la vida?
El encanto de la vida está en el amor. Sea la vibración o la compasión, todo lo que está dentro de ese círculo es el significado de la vida para todo en general. No solo para el surfista, esto es para todo el mundo. Si te enfocas en el dinero y te empezás a enloquecer, se te va a caer el pelo y vas a vivir estresado. No vas a tener una buena relación con tu mujer y tus hijos, entonces hay que estar atento a eso. Ahora también soy padre. Tener a mi hija significó una explosión de amor, me dio varios sentidos en la vida y me llevó a entender muchas cosas.

Cuando habla de su hija sonríe y se lo hago notar. Asiente.

¿Te gustaría que tu hija sea surfista?
Me gustaría sí. Más que nada para compartir el “know how” que he adquirido durante mi vida, además de que es un deporte que abre muchas puertas en el sentido de que te lleva a conocer mucha gente y a relacionarse a través del surf. También eso te saca de ese círculo de comodidad que te brinda el colegio y el trabajo, de salir de esa misma gente de siempre y tener otros estímulos con gente que está en el mar. El surfing no es solo la carrera y competir, tiene todo un lado social por detrás que forja un estilo de vida.

¿Cual fue la última sesión de surfing que disfrutaste como un nene chico?
Esos momentos son cada vez más raros. Recuerdo un mar en Fiji, hace 10 años atrás, que hicimos un viaje a Cloudbreak que en ese momento estaba muy power, que se dio justo cuando estábamos y pegamos unos tubazos. Esos días sí los guardo y los atesoro. Pero en general tengo un montón de esos momentos, de amigos, olas, atardeceres en lugares increíbles.

¿Y por qué esos momentos cada vez son más raros?
Porque uno siempre crea expectativas, y la expectativa nunca llega a la realidad. Por eso hay que evitarlas siempre. Yo me divierto con frecuencia. Aunque por ejemplo ayer me tiré al agua y había entrenado anteayer, me dolía todo el cuerpo y en el agua la sufrí, partí mi tabla y no salí del agua feliz, pero son cosas que pasan. Hoy me tiré en Guarda y estaba lleno de gente, todo el mundo robándose olas y me divertí igual. Está bueno compartir, el lado social del surfing es de lo más importante de todo esto.

Resulta un poco trillado hablar de la filosofía del surfing, ¿vos qué pensas al respecto?
La filosofía es el estilo de vida que te da el deporte. Desde chico cuando uno entra en el surfing, aprendés a respetar la naturaleza, respetar a los más viejos, a las mujeres. Cuando uno incursiona en este deporte se da cuenta cuál es su lugar en el mar. Sea en cuanto a la espiritualidad como al nivel de cada uno. La filosofía del surf es la conexión con el mar y el estilo de vida, que es un estilo simple, despreocupado. Si a 10 surfistas les das a elegir entre cambiar el auto o hacer un viaje a las Mentawai, 9 te van a decir que quieren hacer el viaje. Porque el surfing te saca de ese mundo materialista y loco. El surf te hace ir a buscar experiencias y conexiones. Hay una distinción entre materialismo y espiritualidad.

"La filosofía del surf es la conexión con el mar y el estilo de vida, que es un estilo simple, despreocupado. Si a 10 surfistas les das a elegir entre cambiar el auto o hacer un viaje a las Mentawai, 9 te van a decir que quieren hacer el viaje"

Contame de tu momento de mayor temor en el agua.
Tuve momentos de temor en Hawai. Una vez en Chile estaba surfeando y me caí de una ola que estaba muy rápida y entré en una caverna en el fondo de rocas, sin darme cuenta, cuando quise salir a la superficie, me di el hombro contra una de las paredes y me di cuenta que la salida hacia arriba no existía, estaba encerrado en una cueva. En la desesperación palpé con la mano las pared y no había salida. Hasta que encontré una pedazo de roca que estaba flojo, lo moví y pude salir. Pero hubo un momento que dije: “Mierda, estoy acá adentro y no salgo más”. Esto fue en Arica, hace siete años.

¿Cual fue el momento de tu carrera que sentiste que estabas en el auge?
El Volcom Pipe fue un buen momento, que competí contra Kelly y Bruce, fue un momento que sentí que estaba de igual a igual con ellos. No me sentí intimidado por nombres o títulos. Estaba motivado para ganarles. Durante ese campeonato me sentí muy bien. Esos locos tienen una conexión más grande con Pipe y con esas olas especiales.

Giorgi rumbo a su 10 un par de años atrás. Foto: WSL/Heff
El festejo de la victoria en Taiwán, QS 3000 que ganó sin haber dormido bien y con tabla favorita partida. Por WSL

Hablame del QS que ganaste en Taiwán. 
Fue un campeonato raro. Llegué solo con tres tablas y en esa época estaba sin patrocino y sin plata. Saqué un pasaje hasta Indonesia con millas y desde ahí compré un pasaje hasta Taiwan. Estaba mal en el ranking y tenía un montón de cosas en contra. Nunca había ido a Taiwán, no sabía donde quedarme y terminé hospedándome en un barrio que no tenían mercado, solo había un pequeño restaurant donde una señora que me hacía unos platos todos los días.

El primer día partí mi tabla favorita, la que mejor funcionaba para las condiciones del lugar. No lo podía creer, solo me quedaban dos tablas. Empecé a probar las otras opciones y de a poco me adapté. Pero resulta que yo estaba quedándome en un hostel y compartía cuarto con un señor mayor que roncaba muchísimo y no me dejaba pegar un ojo. Estuve una semana entera sin dormir, muy estresado. Fijate que iba al restaurante del pueblo y compraba chicles que vendían en el mostrador, para poder hacerlos una bola y tirárselas a la madrugada y que se callara.

"Resulta que yo estaba quedándome en un hostel y compartía cuarto con un señor mayor que roncaba muchísimo y no me dejaba pegar un ojo. Estuve una semana entera sin dormir, muy estresado"

Pero Marco seguía durmiendo mal y dos días antes del campeonato, ya exhausto, empezó con dolores en la espalda y se quedó duro. A pesar de los contratiempos pasó sus baterías. En el hombre a hombre de cuartos de final y semifinal se impuso a sus rivales y llegó a la final.

Estresado, sin dormir y con la espalda sentida, estuvo toda la batería abajo. Cuenta que había mucha corriente y el viento estaba complicado. Sobre el final le cayó una ola que estaba para él, tenía la prioridad y la tomó. Ensayó un aereal cuando la sección se lo permitió, dio vuelta la batería, se coronó campeón en Taiwan y de esa forma culminó su odisea.

¿Quiénes fueron tus referentes?
Cuando arranqué, mis referentes fueron mi gente cercana. No tenía admiración o idolatría por surfistas profesionales, no consumía eso. Cuando ya estaba en el ámbito, si tuve esas referencias. Ricardo Dos Santos fue uno, junto con otros surfistas amigos que hice en el trayecto, que me sirvieron de inspiración.

Mi hermano y mi padre fueron mis referentes en el deporte, en una época donde el profesionalismo del surf en el Uruguay no existía, solo estaba el Luisma que tenía otro nivel y competía, pero más allá de eso no había nada más.

Mi hermano me dio eso de buscar la evolución. Él tiene 5 años más que yo y quería llegar a su nivel. Eso me empujó bastante a superarme y crecer técnicamente.

¿Qué evaluación hacés de tu vida?
Yo creo que ganar campeonatos, competir y obtener resultados es pasajero. Está bueno y es mi carrera, por lo que lo tengo que llevar de modo muy profesional, pero tengo que entender que no me puedo aferrar para siempre de eso, hay cosas más importantes, como el amor, la familia y estar bien de la cabeza. Hay mucha gente que parece estar bien y en realidad están deprimidos y se terminan suicidando. Tengo un amigo que se mató, que era buena pinta, siempre lo veías bien, era reconocido y famoso, pero se sacó la vida. Al final del día lo que importa es lo que te digo, el resto lo podes ir trabajando.

"Yo creo que ganar campeonatos, competir y obtener resultados es pasajero. Está bueno y es mi carrera, por lo que lo tengo que llevar de modo muy profesional, pero tengo que entender que no me puedo aferrar para siempre de eso, hay cosas más importantes"

¿Cómo te chocó eso?
Fue impactante. Ya he perdido tres amigos bastante próximos. Es difícil porque perder gente muy joven y talentosa es jodido. Quedan los buenos recuerdos y los momentos vividos, pero hay que seguir. Tengo un pedacito de ellos en mi, porque aprendí mucho con ellos, pero la vida sigue.

¿Como te ves de acá a 20 años
Quiero estar bien físicamente. Quiero seguir surfeando, porque es un estilo de vida y lo hago por placer. Siempre van a haber cosas para mejorar: Técnicas de tubo, tipos de tablas, siempre hay cosas nuevas para buscar y esa búsqueda no tiene fin.

Me veo viajando un poco más, con mi familia y amigos, viajar a buscar olas… Tengo varios lugares a los que me gustaría ir y tengo pendientes. También me gustaría emprender, no sé si en el ambito del surfing, pero si tener algo propio, que lo maneje yo. La vida es muy larga y hay mucho para hacer.

La charla culmina, nos estrechamos las manos y Marco saluda a alguien que nuevamente lo reconoce y lo celebra con la mano en alto. Se va andando tranquilo, sin apuro y preocupaciones. El swell sigue bombeando grande en Santa Catarina y aprovecho el fin de tarde para ir a buscar rampas de agua.

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