Ese tipo de gente

Si hay uno en el pico, deje a ese uno gozar y váyase a buscar su pico y si eso no sucede, salga corriendo, como hice yo


Portada: Un kook según GQ Magazine

La costa uruguaya, y de toda franja del Atlántico de América del Sur, está siendo golpeada por una inusual carga de marejadas que logran que las olas se metan estuario adentro, en el Río de la Plata.

Para los que vivimos en Montevideo este tipo de swelles son una bendición porque el logro de encontrar una energía que te empuje y te dé alegría, se encuentra más cercana; básicamente, en lugar de ir a Punta del Este (manejar 120 kilómetros), para surfear algo decente basta con hacer 30 o 60.

Agraciado por esta realidad, tras dejar a los enanos en la escuela, de publicar un par de notas, y con reportes cercanos alentadores, lo mejor que pude hacer fue irme en el espacio de tiempo que tenía entre mi partida y la hora de salida de la escuela.

Encontré un conocido spot con olas cerronas pero con algunas opciones razonables. Hice todo el contorsionismo para encajarme el 4/3 y las botitas. Identifiqué una izquierda a unos 150 metros del surfer solitario.

Regla 1 de cuando uno va a un ser humano surfearle solo es no caerle a joderle (aunque las olas que surfeaba eran una bosta).

Caminé, enfocado en el momento, presente, día de semana y yo estaba lejos de la ciudad, gozado, yendo al agua. No miraba más lejos que mi paso y después el otro.

Luego de una buena caminata y de meterme en el agua, identifico que el mismo surfer que papaba moscas en el medio estaba al lado mío… ¡No podía creerlo! En mi esfuerzo por no joderlo y por surfear una ola mejor, terminé a su lado.

Nos saludamos con quiebre de cabeza y un “qué hacé todo bien”… Y yo miré para abajo onda, “sácame de acá por favor”… De hecho, comencé a remar al pico del traste que él estaba surfeando.

Me sorprendió en sobremanera cuando vi que él quiso "pelearme el pico", ahí, donde él había decidido abandonar.

La ola estaba una bosta y era más bosta la situación de sentirme perseguido por este desconocido ser.

A los cinco minutos de esta dinámica escapatoria, encontré una “derecha” que cerró íntegra, sin la más mínima posibilidad de correrla.

Y así, en ese impulso negativo que cargaba, me acosté en la tabla y me fui a la mierda.

Llegué a la orilla, con mi hechizo deshecho pero con esperanza de irme a otro lugar a surfear otra ola, rapidito, a contrarreloj.

Me quité el leash y de reojo miré hacia atrás, para ver si realmente el mar era una bosta como vi desde adentro o era solo mi nueva negatividad. Y cuando miro, el surfer equis también salía del agua.

Atormentado, con mis 90, o 95 kilos, empecé a correr hacia el auto. Debía escapar del hechizo urgentemente. Podría haberme escondido y volver al agua hasta que él se fuera, pero no iba a hacer tal pelotudez.

Elegí subir al auto y dirigirme a un spot que yo tenía fe iba a estar quebrando (todo esto en un río, seamos francos).

Me envolví en una toalla con el traje puesto, botas puestas y aceleré el Suzuki Swift con ganas, me fui a la mierda, lejos de esa clase de gente (por favor perdóname flaco, capaz fue mi película).

Y llegué a High Knife y vi unas izquierditas mínimas sin nadie en el agua, en esa vibra de invierno en lugares que se llenan de personas en verano. Pueblo muerto con olas quebrando.

Corrí pal agua y me gocé en olas de 20 centímetros.

Surfié una hora o casi una hora y fui el hombre más feliz del mundo.

Lejos de ese flaco, de ese tipo de gente.

Y volví a tiempo a casa, me di una ducha, comí algo y llegué a tiempo para recoger a los enanos, fresco y feliz los abracé, y vi con todavía más cariño las izquierdas de 20 centímetros que había "surfeado" y al flaco confundido que me había "perseguido".

Comentarios: