Irse a un paraíso tropical, surfear todos los días, abrir tu propia empresa y no morir en el intento
Una guía de supervivencia contada por Marcelo Matos
Presenta Swellboards y Surfcycled
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Marcelo Matos se enamoró del surfing de forma natural. Así como él lo dice, en la desembocadura del arroyo Carrasco, en pleno Río de la Plata, se colgaba a unos troncos para surfear unas olas.
Olas que si bien él dice que eran mayores a las que quiebran ahora por la capital del Uruguay y zonas de influencia, seguían siendo mínimas si uno quería ser surfista.
Por eso, después de mucho trabajar pasando música como DJ en casamientos, recibimientos, bar mitzvahs y demás, Matos logró irse a vivir a Punta del Este.
Pero unas imágenes de Centroamérica cuando él era un adolescente habían resonado en su cabeza y un día un amigo le dijo que Costa Rica estaba genial y a los días se fue para ahí. Con una mano adelante y otra atrás pero con las ganas de surfear como un enfermo y de trabajar también.
Matos tiene 52 años, sigue surfeando mucho, es un buen surfista y es un conocedor del surfing como pocos. Es un apasionado también al propio conocimiento.
A partir de que él llegó a Costa Rica se dio un boom sin precedentes de la población surfer en todo el mundo, tal vez con mucho énfasis en el mencionado país.
Bicho o ermitaño como es él como quiera decírsele, él igual se maneja para surfear solo.
Empezó con un negocio de fotos de surfing más de 20 años atrás, antes de la digital. Luego le robaron todo y tuvo que vivir por la comida trabajando en un surf shop que después casi compra. Pero terminó haciendo el suyo, y luego hizo dos y luego vendió el primero y luego abrió SurfCycled.
Así lo cuenta.
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