"La piscina hizo que el surf se sintiera dócil, domesticado (...) como el patinaje artístico"

La opinión de uno de los más prestigiosos literato de surfing del mundo sobre la piscina de Slater y el evento del CT que ahí se hizo


El periodista de The New Yorker, ganador del Premio Pulitzer y surfista, William Finnegan, opinó y analizó su experiencia en el Surf Ranch, la piscina de Kelly Slater, en un artículo escrito por él en la mencionada publicación.

Según dice, en septiembre de este año Slater lo invitó a ver el primer Surf Ranch Pro y tuvo la posibilidad de surfear la ola del momento.

Al cruzarse con la ola de Kelly, el periodista cayó en su hechizo. La primera reacción que describe en el artículo es la necesidad de meterse al agua y la atracción que sintió al ver que es tan perfecta como todos decían que era. “Los surfistas pasan gran parte de sus vidas buscando olas de alta calidad. Ahora se ha inventado una máquina que las produce a demanda", señala.

“Sentía como si algo básico hubiera cambiado, como si la tecnología hubiera superado, de manera improbable, a la naturaleza", agrega.

“Mirarla se sintió como enamorarse de un robot, como ser engañado por la inteligencia artificial”, indica el periodista. Y este carácter tan mecánico y calculado lo sintió cuando fue a surfearla. Cuando le preguntaron qué le pareció, respondió: “No fue el tipo de experiencia religiosa que uno espera". “Me estremecí una o dos veces. También pude ver a los dos o tres surfistas sentados en el agua junto a los pilotes designados, con la esperanza de que me cayera, y luego cada uno me gritó generosamente cuando pasé. Se sentía un poco como un paseo en un parque de diversiones. Pero también se sentía como navegar al lado de un muelle, en una ola inusualmente rápida y limpia”, escribió Finnegan sobre la experiencia.

William Finnegan ganó el Pulitzer de biografías por Barbarian Days, Años Salvajes en español. Foto: The New Yorker

El periodista planteó algunos de los problemas del Surf Ranch: “De una manera importante, la ola era realmente difícil de leer. Los avisos habituales sobre lo que una ola va a hacer a continuación estaban ausentes. La ola artificial se estaba haciendo efectivamente bajo tus pies. Básicamente, tenías que memorizar dónde estaban las partes más lentas y más rápidas de la casa. Las partes rápidas te toman por sorpresa y no puedes recuperarte si la ola quiebra frente a ti".

“Al final, pensé que el Surf Ranch Pro era bastante poco interesante. La piscina hizo que el surf se sintiera dócil, domesticado, casi como un deporte de interior con programa fijo, como gimnasia o patinaje artístico. El objetivo era acertar todas tus marcas sin ningún problema, luego clavar tu Salchow o lo que sea. No hubo nada de la loca lucha que electrifica una competencia en el océano cuando un gran grupo vierte y alguna alma valiente se lanza sobre la cornisa para meterse en un barril enojado e impredecible”, explicó el periodista.

Lo que Finnegan vivió aquel día, unos meses atrás, lo resume como un “nivel de entrada al surrealismo”. Y, de alguna manera contrastando con todas las críticas, según el periodista, la ola de Kelly es “la mejor ola que habrás visto en tu vida”.

 

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