Presenta Vissla

Relato de Toto de Romaña

Desde los primeros días de diciembre estuve desgraciadamente fuera de Lima. Me tuve que ir por motivos de trabajo. Estuve por todos lados, poco más de un mes fuera, haciendo reuniones y buscando oportunidades, mil asuntos… Hasta que entró el swell ese que el norte se puso alucinante y pucha, no llegué.

Y el día que salía de California para Lima entró el swell del casi Eddie así que con las mismas, sin surfear hacia meses me instalé en Cabo Blanco, me alquilé un cuarto en el Merlín, me fui solo a reencontrarme con el surfing y ufff, Cabo Blanco la reina de todas las olas del Perú…

Y la huevada es que el swell estuvo increíble, fue larguísimo. Me acuerdo que llegué un lunes en la tarde y ya había olas en Cabo. Las tomas del agua son de ese late, tenía sus dos metritos.

Al día siguiente estuvo ya explotado. Y Cabo Blanco, con el nuevo muelle, la gente no sabía si iba a estar bueno o no. Estuvo arenado y cerrado, como el año pasado no hubo nortes no lavó; entonces estaba bien pendejo Cabo Blanco, super chupado, super rápido y un poco cerrado.

Pero le puse toda la fe porque como ya había entrado el swell gigante anterior, imaginé que el segundo swell podría ponerse increíble.

Mi primera ola fue un air drop de cabeza que me pensé me iba de cara y la hice, y puta, ya fue magia total.

En Cabo Blanco siempre corres con 100 personas y esta vez nos turnábamos las olas, la huevada estaba solo para nosotros. Ahí empezaron a llegar los reportes de que algunas olas habían estado pasadas de vueltas y otras buenazas; todo el mundo se ganó, pero creo que en Cabo Blanco nos ganamos doble.

Y el mar siguió explotado, era el segundo día de olas gigantes y ya todo el mundo regresó a Cabo Blanco y surfeamos todo el late.