Una mañana gloriosa

La despedida de El Salvador, con regalo de Punta Roca


Cobertura especial presentada por Surf City El Salvador - El Salvador Travel - Foto de portada: La Paz, sección final de Punta Roca, por: Zanocchi 

Me desperté a eso de las 4:30, por ahí. Entendí que todavía debía dormir un rato más para no morir durante la larga jornada que me llevaría de regreso a casa. Tenía (y tengo) un montón de trabajo en deuda, muchas cosas que no he hecho y debí hacer.

Sucede que cuando estoy en una cabina de transmisión cuatro días y encima dándole una cobertura firme a un evento, no me da el tiempo ni para respirar. Los pendientes me atormentan en la noche, como si fuera un yuppie, pero en la playa.

Entonces me desperté un poquito después. Tipo 5:00, por ahí.

Mi plan era liquidar con un par de notas e irme para Punta Roca. Llevaba como seis días surfeando en la sección final de La Paz y, mi regalito del viaje vendría en forma de la JBay de Latinoamérica.

Sabía que el mar no iba a estar puesto, pero con que estuviera similar a los días anteriores, iba a ser suficiente.

Sabía también que el espíritu alto del surfing latino había llevado a buena parte de los surfistas visitantes a alguna que otra celebración y que los locales ya vienen bien curados de la temporada invernal, que les envió miles de millones de olas de mayor calidad.

Me tuve fe para surfear tranquilo, pero tampoco para lo que me encontré después.

Demoré mucho más de lo que pretendía… Hablé con mi hijo mayor, mi hijo menor, publiqué la nota del equipo tico que apuesta fuerte este año a ganar la copa en el mundial de Para Surfing.

Finalmente me fui.

¡Qué sentimiento libre ese! El de agarrar la tabla e irse. Nada te detiene, el desafío espera, sos vos y el bendito océano… No hay WApp, IG, FB, ICQ, Zoom, Slack, ni la peor de las redes sociales que se llama Tik Tok.

Se camina, se dice “buenos días” a la gente local y todo el mundo responde con amabilidad, las señoras de los distintos bares y restaurantes ya están despiertas, trabajando, dándolo todo para preparar otra jornada.
Y todo esto sucedía mientras que caminaba como un kilómetro, que es lo que recorre Punta Roca cuando quiebra, desde la Paz, donde me hospedaba, hasta la propia punta de Punta Roca.

La realidad es que entre que decía “buenos días”, saludaba y caminaba, vi una serie buenísima quebrando. Afiné mi mirada y, ¡advertí que no había nadie en el agua!

¡No podía ser!

Empecé a correr, a correr, ¡por favor! Punta Roca estaba solita y las olas estaban quebrando.

Corrí, corrí y corrí. Me patiné por las piedras y me tiré al agua.

Me perdí un par de series monumentales por la desesperación de estar solo en una de las mejores olas del mundo.

Finalmente marcó la buena.

Bajé, me medí para el tubo pero la Mama Roca estaba muy cerca, opté por hacer un corte, aceleré, aceleré, hice un corte más, “ataqué”, aceleré de nuevo, “ataqué” de nuevo, y corte la ola ya encima de las rocas.

Jadeaba, me faltaba el aire. Remé feliz, pensando en que ya todo estaba pago, esa sola ola era motivo suficiente para volver a casa conforme, satisfecho y feliz.

Al ratito llegó Martín Pérez, recién coronado campeón de longboard con Tzahui Poo, el talentoso water man mexicano; el primero de tablón, el segundo de tabla corta; vieron de afuera como me apuré con las primeras series y luego de una semana surfeando el spot, ayudaron a que nos ubiquemos mejor.

Si bien hubiera sido mágico tener toda la sesión solo, ellos arruinaron el hechizo, pero mejoraron la sesión, porque además de tener dos faros motivantes, marcaron mejor el line up entre cada ida y venida.

Salieron unos olones, varias derechas largas, poderosas, con el offshore soplando suave y el sol brillando fuerte.

Todo duró una hora y media aproximadamente.

Me volví al hotel feliz de despedirme así de El Salvador. Otra vez más satisfecho de olas, otra vez más feliz por lo que había vivido en este país que gracias a Dios confía en mí y me invita tan seguido.

Me dan ganas de venir para acá por lo menos una semana, porque, si una mañana supuestamente con pocas olas, me da tanta alegría, ¿qué sucederá en una semana con olones?

El otro apunte que hago es: ¡Qué increíble que es El Salvador! Su ola más famosa, quebrando pequeña pero perfecta, y sin nadie en el agua. ¡Eso no sucede en otros lados!

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