Conoce a los jueces de La ola del otoño Volkswagen

Un repaso sobre cuatro legendarios del surfing uruguayo: Pancho Flesh, Leo Manganelli, Canario Vázquez y Roberto Damiani


Pancho Flesh, bajándose una sólida en Indonesia. foto de su archivo personal.

Los cuatro jueces de la La ola del otoño Volkswagen, Leo Manganelli de Montevideo, Roberto Damiani de Canelones, Pancho Flesh de Maldonado y Canario Vázquez de Rocha, definirán por primera vez en la historia quiénes serán los surfistas que además de surfearse una buena ola, se lleven por lo menos 1.000 dólares en efectivo.

A la hora de armar el listado, el organizador del torneo, Rodrigo Caballero señaló: “Los jueces fueron elegidos por ser referentes del surf, personas que han influido e inspirado a otros surfistas, que son conocedores de nuestra costa como pocos, todos ellos viven sus vidas basados en los valores más caros del surfing; esto es la búsqueda, ya sea de la ola o de la tabla perfecta”.

Los cuatro árbitros colocarán un puntaje a cada una de las olas que tengan que juzgar y definirán mensualmente a los 15 finalistas que luego volverán a puntuar en la ronda final. La quinta voluntad que determinará a los ganadores de La ola del otoño será el voto del público.

Relacionada: Lee las bases de La Ola del Otoño.

Pancho Flesh bajando una bomba en Gnarloo, oeste de Australia.

Pancho Flesh, 56 años, de Maldonado 

Pionero en la confección de trajes de surfing en Uruguay con la marca Flesh que él fundó a mediados de los ochentas, ha viajado y entubado en distintos rincones del globo, incluyendo Australia, Indonesia y Sudáfrica.

Años surfeando: 42

Una marejada inolvidable en Uruguay: 2 de febrero de 1982, me acuerdo perfecto porque me quedaba un solo examen para entrar en la facultad, ¡y yo estaba en Montevideo! Me levanto esa mañana, yo vivía frente a la Playa Honda, y estaba marcado como un cuaderno, había rompientes que a dos kilómetros mostraban espumas.

¡Pero líneas! Se ve que estaría funcionando un bajo. En la Playa Honda quebraba la izquierda del muelle y yo desesperado porque al mediodía o no sé a qué hora tenía mi último examen para dar y ya quedaba libre y entraba a facultad. Desesperados nos tiramos en La Pantalla. Quebraba la derecha, y la izquierda también rolaba, cayó la prefectura que salió a corrernos, ¡fue un desastre!

Así como salí, me cambié, me fui a dar el examen. Me acuerdo perfecto de la fecha porque fue el último.

"Y los que estaban acá en Punta del Este no pudieron surfear ese día, cerraba desde Manantiales hasta Montoya, en Punta del Este no se pudo surfear"

Y los que estaban acá en Punta del Este no pudieron surfear ese día, cerraba desde Manantiales hasta Montoya, en Punta del Este no se pudo surfear. Al otro día que fui, porque el swell duró tres o cuatro días, surfeamos en Manantiales, estaba enorme.

Llegamos a La Barra y me encuentro con Donato Piscione; la fuerza del mar le había arrancado el copo. Seguimos buscando un lugar para surfear y en Manantiales había más o menos un canal entre la izquierda y la derecha.

Me acuerdo que estaba Donato, la Garza, no sé si estaba el Hormiga, éramos unos ocho ahí adentro que habíamos podido entrar, estábamos allá adentro, muy lejos. En un momento lo veo a Donato 30 o 40 metros más adentro esperando una serie, y se marcó todo el horizonte y entramos a remar para adentro, pasa Donato una, pasa la otra y yo que venía atrás, a la tercera ola la pasa Donato y a mí me cayó en frente.

Voló la tabla a la mierda, no sentí ni cuándo se cortó el leash. Y cuando salgo de abajo del agua era todo blanco, un colchón de espuma como de medio metro que cuando afloja me deja ver dos tres tablas de punta, cabeceando.

El día en cuestión, segundo del swell: "Eso es lo que hoy gente que le dice Bikini. Hay una espuma adelante, esa es la izquierda de la laja de Manantiales. Debe tener dos metros esa, lo que está atrás, como a 200 metros para adentro es la ola que estoy diciendo. Debe tener cuatro metros lanzando de arriba hasta abajo y si vos ves bien, la onda sigue hasta Montoya… Eso está a 200 metros atrás de la laja de Manantiales, rompiendo allá adentro. Ahí no se aprecia porque no se ven surfistas pero ese fue el día", cuenta Pancho

Ahí vino otra espuma, me arrastra un poco más y me encuentro con mi tabla que volvía por el canal, ¡estaba ahí! La pude agarrar y salir con otra espuma arrastrándome.

Cuando salgo estaba La Garza, el que hace las Becker, tirado boca arriba en la arena, respirando. Y ese fue el segundo día. Al tercer día pudimos entrar en La Barra por La Posta.

Creo que duró tres o cuatro días, pero ese fue el swell más grande.

Me imagino que la ola del otoño tiene que ser de la siguiente manera:
La ola ideal sería una ola con dos tubos, esa gana, con tamañito.

Manganelli proyectando un buen bottom turn en Los Botes. Foto de su archivo personal

Leo Manganelli, 53, de Montevideo

Legendario salvavidas montevideano, actualmente en la casilla del epicentro del surfing montevideano que es la Playa Honda. Ha surfeado por toda la costa en las épocas doradas del surfing uruguayo, cuando había poco pero se disfrutaba mucho

Años surfeando: Desde el año 82, tenía 15 años y me compré la primera tabla, llevo 38 años surfeando

Una marejada inolvidable en Uruguay: “Uh, me acuerdo, ¡quebró con cuatro metros!”, no voy a decir eso (risas). Marejadas hubo muchas pero para mí las inolvidables son las primeras, las que el mar se te pone adelante y vos te estás descubriendo, los primeros mares grandes, sentir la fuerza del mar, darte cuenta de ese tipo de cosas. Esas son las marejadas lindas, las que te van haciendo crecer, las que te van formando como surfista, más allá que te cagues a palos, son los mares que te enseñan.

Si me tengo que quedar con algún recuerdo, son los de las primeras veces que fui a Santa Teresa, años ochenta y pico, que corríamos La Moza. Me acuerdo de tirarme de la piedra para adentro y tomar delante de la piedra, pasar de largo y seguir para allá abajo. Me acuerdo de lo que sentí ese día y lo repito siempre: Para surfear se necesitan piernas, ese día me quedé con eso. Eran olas grandes pero tampoco era el mega swell. De darle y darle y llegaba a la mitad de la playa y se me acalambraban las piernas; hay que tener fuerza en las gambas.

Otra fue la de septiembre de 2001 en Zanja Honda, me había quedado solo en el rancho de un amigo en La Paloma. Cuando llego a la playa me encontré con un viejo conocido y le pregunté: “¿Y qué estás esperando?”, “que llegue alguien (risas)", respondió. Era tremendo surfer, un referente, además, me acuerdo que ya tenía el traje puesto. “Bueno, vamo”, le dije, y me acuerdo que ese día fue uno de los mejores que corrí Zanja Honda y me recontra cebé y empecé a tomar y cuando quise acordar estaba frente a la piedra, me saqué la cabeza y dejé la tabla partida al medio. Fue un buen día de olas grandes y lindas.

No soy un big rider pero he intentado darle a todo lo que se me ha presentado.

Me imagino que la ola del otoño tiene que ser de la siguiente manera: Una linda ola tubular que luego ofrece lugar para un par de maniobras.

Canario Vázquez en Indonesia.

Canario Vázquez, 64 años, de Rocha

Legendario y carismático local de La Paloma donde fue profesor, entrenador y mentor de cientos de surfistas, varios de ellos terminaron siendo talentos de talla internacional. En los ochentas tuvo una buena carrera competitiva, logrando podios en Uruguay y también en Venezuela donde viajó y generó un gran impacto por su surfing pero también por su habilidad como shaper.

Talentoso goofy footer, ha sabido meterse buenos tubos en su casa y también en sus viajes. Cuando Zanja Honda está clásico, manda el Canario.

Una marejada inolvidable en Uruguay: Para mí un swell de otoño que fue inolvidable, si bien no fue el más grande pero estuvo increíble, fue en el año 2000, fue cuando descubrimos La Gema, o, no sé si la descubrimos o la surfeamos por primera vez.

Con el Fede Serveto, el Mormaii, el Cacho, el Queso, una banda. La cuestión fue que estaba a unos 400 metros de la orilla, una mañana clásica de otoño rompiendo perfecta para los dos lados con metro y medio a dos metros.

Fue una semana seguida de olas que mantuvo el tamaño y cada día que nos íbamos nos pellizcábamos porque no podíamos creer lo que habíamos surfeado, una ola muy diferente de lo que surfeamos acá en Uruguay.

El swell fue muy bueno, clásico del sur, con viento del norte, la verdad que fue muy, muy bueno; una marejada increíble.

La Gema, conocida como la Laguna de Rocha, fue el nombre con el que la bautizamos ese primer día en el año 2000. Estaba Matt Galean también en aquella época y tuve el honor de ponerle el nombre. No fue que me dije: “Le voy a llamar La Gema”, sino que salió decir: “¡Qué gema!”. Como todos sabrán, el primero que la surfea, o el que la descubre, en nuestro deporte le pone el nombre a la ola.

Para nosotros los que la surfeamos de esa generación nos quedó "La Gema".

Me imagino que la ola del otoño tiene que ser de la siguiente manera: Temprano, con viento de tierra, fresquito de mañana, con sol y el agua caliente en un beach break de cinco a siete pies, top to bottom… Un tubazo tiene que ser, con amigos y dándose como cinco baños en todo el día.

Damiani y un autoretrato salplicado, encajando los bordes en una pared verde y perfecta, con una tabla shapeada por él mismo, por supuesto.

Roberto Damiani, 72 años, de Canelones

Integrante de la primera camada de surfistas de Uruguay de fuera de Montevideo, se deslizaban en el extinto muelle de Las Toscas entre 1965 y 1970. Fue campeón nacional en el año 1979 y vicecampeón en uno de los primeros torneos internacionales realizados en Uruguay que venció uno de los mejores del mundo en aquella época, Daniel Friedman.

Shaper con más de medio siglo de trayectoria y varias miles de tablas fabricadas. Ha descubierto más de un spot a lo largo de la costa uruguaya.

Años surfeando: Si surfear es jugar en las olas entonces he estado en eso desde los años 50; surfeando "a pecho", bellyboarding, skimboarding, mat surfing o surf de colchoneta.

Si hay que darle bola a los intransigentes de la categoría entonces van 51 años.

Una marejada inolvidable en Uruguay: Quizás la más bizarra, no la más grande, sea una de principios de los 70 que fue un rito de iniciación para toda la camada de pichones que hacía poco se habían integrado a los Uwaris.

Varios de nosotros estábamos surfeando en el muelle de Las Toscas una mañana cualquiera, calma y glassy, y vimos que las olas empezaron a crecer con cada serie y a cerrarse.

Decidimos ir a la Brava de Atlántida, que bancaba más tamaño. Nos metimos un rato, pero viendo que no paraban de crecer se nos ocurrió que el arroyo de Parque del Plata debía ser todo un espectáculo, y hacia allá arrancamos todos en tropel en nuestras bicicletas y ciclomotores.

Cuando asomamos sobre el médano fue un grito de euforia unánime. Vimos a uno de la barra que vivía más cerca y había llegado antes pero algo no andaba bien porque estaba en la orilla, mojado y evidentemente muy nervioso. Nos contó que había intentado entrar y no había podido porque le parecían cada cada vez más grandes.

Finalmente entramos todos, animados por los más baqueanos, que en ese momento éramos el flaco Salvo, Alex y yo, arreando a los novatos entre los que recuerdo más a Firpo, Ike, Cirilo (con su Shoe de 5´0), Peludo Tony, Bochi..

Fue la primera vez que vimos el mar subir de medio metro a dos metros y medio en un par de horas, sin viento, solo por efecto de un mar de fondo.

Me imagino que la ola del otoño tiene que ser de la siguiente manera: Algo parecido a aquellas. El arroyo salía generalmente a la altura de la calle 24 de Parque del Plata, pero en aquellos días la boca se había corrido más al este y el banco estaba mas adentro, lo que le permitía aguantar mas tamaño.

Eso: La ola del otoño tendría que ser glassy, pesada, polenta, con color de mar de fondo.

"La ola del otoño tendría que ser glassy, pesada, polenta, con color de mar de fondo"

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