Hoy fue un día increíble

Tres sesiones de surfing, un Beast Pool Training, y un mucho de trabajo. Diario de viaje entrega 2


Cobertura especial presentada por Motorola - Subaru - Unacem - Monster - Vissla 

Me desvelé a eso de las 2:00 luego de quedarme dormido por el cansancio del día de ayer, tras de escribir sobre la maravilla que es el Perú y su oro líquido de olas. Ahí caí que: Estaba en Perú, que todo estaba bien y que debía volver a dormir. Mediando esa necesaria especie de tonta actitud que tenemos los humanos que debemos ubicaros en tiempo y lugar para sentirnos seguros, volví a dormir.

Desperté a las 6:30 e hice el mismo ejercicio (¡por Dios!). Y ahí recordé que por mi ventana se veía Punta Rocas… Miré tres veces, refregándome los ojos, sin creer que el día previo a un evento en el que compiten más de 100 personas, en el agua había ocho personas.

El mar estaba liso, el forecast mostrando que había medio metro pero este imán de olas llamando Punta Rocas producía paredes entre head high y overhead.

Hablé con mi hijito más chico, el Juancito, allá en Montevideo… ¡Qué contraste! Él en la ciudad de las pocas olas y yo en una de las olas más maravillosas del planeta.

Me puse el traje y me fui para el agua, a las 7:00, más o menos estaba remando hacia ese sagrado lugar del planeta tierra que se llama Punta Rocas.

Estaban los hermanos Gabriel y Augusto Villarán y algún que otro pro más, pero la paz de Punta Roca se vivió como si fuera otro martes de noviembre, como si no hubiera campeonato.

De un momento al otro, el line up que estaba tranquilo por las pocas personas que vengo contando, fue visitado por un exagerado grupo de aves migrando hacia el sur. Y fue una locura absoluta, un espectáculo de la naturaleza que paseaba a pocos metros… Pasó media hora y los animales seguían pasando por el line up de Punta Rocas.

En el agua, pacífica, lisa, linda, lo que empezó siendo un espectáculo “soul”, digno de admiración sobre la fortuna que tenemos de estar vivos, se volvió casi casi en una pesadilla, tipo película El Cuervo o algo por el estilo.

“Me estoy mareando, boluuoo”, le dijo un surfer argentino a otro en el agua. Y, pese a que era digno de admirar, tenía razón, hacía difícil ver las olas viniendo, no se podía entender el line up.

¡Fue maravilloso! La naturaleza pura que me dio esperanzas sobre todo lo malo que sucede en la tierra. Seguro un millón de pájaros pasaron delante de mí hoy, hacia el sur, buscando el calor (¿verdad?).

Encontré una derecha más y salí del agua, dispuesto a desayunar y trabajar, pero el Chicho, un viejo amigo de la vida me invitó a desayunar en Punta Hermosa y ahí fuimos.

¡Llevo una página de Word escrita y son las 9:00 AM!

Me quedé sorprendido con lo de Punta Hermosa y esa callecita donde está La Charcu de Miguel, la panadería de Doris, Terra Oliva (maygod). La última vez que vine fue en 2019 para los panamericanos y Punta Hermosa se hizo más hermosa.

Me crucé con la familia Mulanovich, con Alonso, Lele, Nacho.

Nombres de peso caminando por las calles de la vida.

Chicho me dijo que había Beast Pool Training y yo que había seguido el método le dije que quería 100% ir.

Hice un vivo de Instagram y todo cuadró para que suceda. Con Lele Usuna, Lucca Mesinas, Catalina Zariquiey, Daniel Bacigalupo, Carlos Zevallos Sr., fue una experiencia gigante, desafiante y motivadora.

Dejé la vida en esa piscina y aprendí demasiado.

Como tenía el wetsuit puesto, me dije que era hora de ir a surfear nuevamente. ¡Para ahí fui!

Fue el peor momento porque los longboarders habrían coordinado que era su momento, pero surfeé dos izquierdas y una derecha que en Uruguay no encuentro más que 10 o 20 veces por año.

Salí del agua y a trabajar.

Me percaté al rato que mi cara ardía, con 41 años haciendo estas tonterías. Fui al surf shop que está en el evento y me compré mi buen bloqueador que todavía no sale de mi cara.

Trabajé y con el crowd dudé si ir nuevamente a surfear. Pero mi idea era meter tres sesiones y cumplí.

Y creo que fue la mejor. Éramos cuatro en un Punta Rocas soplado, Noel de la Torre y una goofy footer patrocinada por Roxy.

Me surfeé un par, me vinieron un par que, admito, me dio miedo ir, y otras en las que no.

Pero salí del agua contento.

La vida es linda cuando hay olas y por acá hay olas. La vida es linda cuando hay amigos, y acá, hay amigos. La vida es linda, tenemos una suerte bárbara.

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