Lo de Steph fue sublime

Por más de que no me gustan las finales de la WSL, disfruté ver a la mejor de la historia aprovechando el truco de Logan y haciéndose del octavo


Cobertura especial presentada por Corona Uruguay y Punta Surf House -Foto de portada: Gilmore por WSL/Diz

No me gustan las finales de la WSL y lo he dicho 800 veces.

Tampoco me gusta el sistema, me parece horrible que la vida consista en gente que trabaja ocho horas, está feliz los sábados y triste los lunes de mañana; juntar plata, preocuparse, morirse… No me gusta pero soy parte del sistema, pido préstamos bancarios, los pago (cuando puedo), pago alquiler, mando a mis niños a la escuela y los vacuno; todas esas cosas y muchas más.

No decido alejarme de la sociedad y vivir una vida autosuficiente en algún terreno expropiado cerca de la Laguna Garzón (ojalá).

Con las finales de la WSL ya me pasa lo mismo que con el sistema, las acepto, las vibro (con dolor) y las cubro para este sitio que se llama DUKE.

A mí me gusta el tour mundial de los noventas, aquel que vio a Derek Ho y Tom Carroll determinando todo menos el título mundial en una remada en una ola asquerosa en Pipe gigante.

No tuvo nada que ver con el título mundial, Erik Logan, pero ingresó en la historia del surfing mundial (Dooma Hardman ganó el título de ese año, lejos de esa bomba en Pipe).

Y, en este mundo de conformismos e inconformismos, de adaptados e inadaptados, la segunda surfista favorita de mi vida, Stephanie Gilmore (la primera fue Lisa Andersen y la actual es Erin Brooks), hoy le hizo una trampa al sistema.

Tuvo un año bastante malo, se perdió Pipe por 12 horas por Covid, perdió luego en Sunset pero fue remontando. Primero logró hacer el corte y luego meterse en el final five.

Ella había dicho que no le gustaba el nuevo sistema, pero le cambiaron las reglas de juego y decidió, precisamente, jugarlo.

En una derecha en la que es la mejor surfista de fundamentos del mundo, veloz, radical, poderosa y fluida, se dio cuenta que podía ganarle a todo el mundo. Incluida a Carissa que ha venido mostrando una forma impresionante a lo largo del año aunque, hay que decirlo, con pocas victorias.

La diferencia entre Carissa y Stephanie Gilmore era de más de 11.000 punto, 57.670 a 46.370… ¿Cómo eso puede cambiarse en un día de competencia? Es parte de otra charla.

Logan (Erik, el CEO de la WSL) le dijo a Steph que eso valía y Steph fue a buscarlo. Conectó ese frontside criado en las mejores derechas del mundo de la costa de oro australiana y le ganó a Brisa, le ganó Tatiana, le ganó a Johanne y le ganó dos veces a Carissa.

Listo el pollo y pelada la gallina. El octavo es suyo, la surfista más ganadora de la historia del surfing mundial es ella con este nuevo formato.

Stephanie ganó su primer título mundial en 2007, tenía 19 años, y el surfing femenino era completamente distinto, discriminado y mal pago y se convirtió en un ícono para el cambio de hoy en día, no solo con la igualdad sino con, incluso, un poder de marketing mayor para las mujeres que para los hombres (según han detallado ciertos estudios).

Ganó el octavo con 34. La entrevisté en El Salvador, siempre simpática, atenta a la prensa, atenta a lo que uno tenía para decirle, y tuve el atrevimiento (está filmado, no miento), de decirle que siendo fiel a sus fundamentos iba a seguir ganando, que así ella era la mejor. Lo hizo en las finales y ganó.

En el día que murió la reina, otra dejó claro que todo anda bien por su reino. ¡Larga vida a esta otra reina!

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