Tres elementos para deslizarse en olas analizados, usados en el mismo mar

Ventajas, desventajas y consideraciones de un longboard clásico Santalú, una Hypto Krypto y unas patas de rana utilizados en una tarde soleada en la Playa del Barco de La Pedrera


Nota presentada por Hjem Studios - Foto de portada: Las herramientas de la prueba por Zanocchi 

Un gran amigo (ahora más grande), el Juani, me regaló un longboard bien clásico. Un Santalú… Un regalo tan inesperado como grato; uno de esos que a uno lo dejan muy feliz porque por más de que se deseen con locura, con 43 años, dos hijos y una situación económica no muy holgada, dificilmente hubiera gastado el dinero en tenerlo.

Era un lujo que no puedo darme y es ahora un placer que existe en mi vida gracias a que el gran Juani me lo regaló. Mi nivel de agradecimiento hacia el joven gran amigo es gigante.

Y sin dudas, por un lado por lo novedoso, pero por el otro porque en este verano uruguayo del año 2024 vienen quebrando olas muy chicas; ha sido un verdadero placer tenerlo. El longboard no te deja tirado jamás y di con una magia hermosa e inexplicable que se llama caminar un tablón, setear una línea, colgar los cinco y hacer curvas con mucha más tranquilidad que con una tabla.

Como nota personal… Yo acostumbrado a surfear olas chicas zapateando para conectar secciones, se siente extremadamente satisfactorio el poder deslizarme sin necesidad de hacer ese feo “hop” que me ha perseguido buena parte de mi vida.

Ahí estaba yo el pasado sábado, muy divertido surfeando con el tablón unas olas chicas en la playa del Barco en La Pedrera cuando me dije de ir al agua el mismo día, en las mismas condiciones con los tres elementos que tenía a mano y sacar algunas conclusiones al respecto.

En el auto tenía además mi vieja y querida Hypto Krypto, la número 180 de la historia de la tabla que tiene más de 11 años siendo parte de mi quiver y unas patas de rana que aprecio mucho porque me han regalado diversión de todos los colores

Como justificación de que esto no fue preparado, debo decir que lo hubiera hecho al revés: Comenzaría por las patas de rana, pasaría a la Hypto Krypto y terminaría con el longboard. Creo que el acostumbramiento a cada elemento habría sido mejor.

Pero se dio así y así sucedió:

Playa del Barco con olas chicas en pasado sábado. Foto: Zanocchi

CONDICIONES:

Estaba quebrando el beach break que se encuentra sobre la izquierda de la playa del Barco. Las olas eran apenas surfeables o un poco más que apenas surfeables en las series.

Es un beach break con fuerza por lo que cuando entraba la buena se terminaba convirtiendo en una derecha muy entretenida.

Santa Lú Surfboards - Spaceship - 9,6 x 23 1/2 x 3 1/2

Mi punto de vista sobre el tablón se encuentra totalmente cesgado por lo novedoso que es para mí y los nuevos desafíos que he descubierto en la disciplina… Caminar a la punta es una gloria inexplicable nueva para mí dentro del surfing, pero intentaré ser lo más concreto y objetivo posible.

Diversión garantizada gracias a la enorme cantidad de olas que un puede surfear y las maniobras que en esta tabla se pueden realizar. Además de caminar, curvas y algunas trepadas a los labios y a las secciones finales de la ola.

La velocidad de remada en un longboard bien carnoso es realmente impresionante, intentando no faltarle el respeto a los demás en el agua, en un lapso de una hora se pueden surfear 50 olas tranquilamente.

Las intermediarias, que para un surfing con tabla eran inexistentes, terminaban muchas veces siendo keepers en la sesión porque estiraban más paradas por todo el recorrido.

El hecho que las olas quebraban cerca de la orilla frente a la arena hacían que el no usar leash no sea un problema.

Puntajes:
Nivel general de diversión: 10/10
Aprovechamiento en cantidad olas surfeadas: 10/10
Radicalidad de las maniobras: 5/10
Nivel de exigencia física: 5/10

Hayden Shapes Hypto Krypto – 5’10 x 20 1/4 x 2 5/8

Estaba en el agua con el longboard y el joven ripper Alejo Marchand no paraba de tomar olas con una Firewire que definitivamente le funcionaba bien en esas condiciones (claro, su talento la hace funcionar).

Me entró a picar el bichito de dejarme de mover la puerta gigante esa e ir a buscar la tabla para surfear como surfeé toda mi vida… Haciendo maniobras, top to bottom (o al menos intentarlo) y fluir como uno fluye con la tabla.

Dejé el tablón en la arena, lo cubrí como pude del sol y a por la que supo ser la tabla más vendida del mundo por varios años consecutivos… Esa que mezcla la capacidad de surfear Indo tubular y también ripear en olas chicas.

Es una tabla que uso en el río en olas de muy poca fuerza, por lo que estoy bien acostumbrado a meterla en mares chicos.

El contraste fue gigante. Sospeché por varios momentos que el mar había bajado, hubo muchísimas situaciones en las que remé olas que estaba convencido tomaría para quedar flotando en el medio del mar.

Lo bueno fue que cuando finalmente logré entrar en algunas olas la tabla se puso en mi pie como siempre y por más que en el primer bottom sentí que no tenía quillas (la diferencia del quillote ese con las tres chiquitas se hizo notar) pude tomar algunas olas divertidas.

Claro, definitivamente no me divertí tanto como en la sesión con el tablón. Tuve que forzar el quedarme en el agua para darme chance de surfear algunas olas y completar el experimento.

No paro de repetirme que lo debí hacer el revés y empezar de más chico a más grande, pero ya estaba en el baile.

Lo otro que me llamó la atención fue que el zapateo, por más que venía de más de una hora con un tablón, no desapareció ni por asomo, tal vez incluso se pronunció, por esa frustración de no querer que la ola débil te abandone y te quedes flotando en agua plana.

Si tengo que destacar algo positivo de haber surfeado con la tabla en esas condiciones sería simplemente el hecho de tener 43 años, pesar 93 kilos y todavía poder surfear olas chiquitas con relativa fluidez.

Lo otro es que una vez que tomas una ola en la que la fuerza es suficiente, el sentido de libertad y de la cantidad de cosas que pueden hacerse es claramente mayor… Y eso es lo alucinante de surfear con tabla corta y es lo que, claro, me hizo enamorarme de la disciplina toda la vida.

En términos generales fue divertido encontrar algunas olas abriendo y hacer alguna que otra maniobra, pero se trató de una vida de lucha versus una de goce absoluto con el tablón.

Puntajes:
Nivel general de diversión: 5/10
Aprovechamiento en cantidad olas surfeadas: 3/10
Radicalidad de las maniobras: 7/10
Nivel de exigencia física: 7/10

Patas de rana - Marca perro

Recuerdo haber visto aquel hermoso documental de los hermanos Malloy llamado Come Hell or High Water – The plight of the torpedo people y haberme enamorado todavía más del bodysurfing.

Mucha gente dice que es la forma más pura de surfear la ola. Yo no sé si llamarlo tan así, lo que me sale es que en una orillera pesadita, tal vez insurfeable con tabla, las patas de rana se convierten en tu mejor amigo; en tu mayor diversión.

El primer aspecto que debo mencionar es que dejé de lado la chaqueta que estaba usando para evitar cualquier tipo de fricción y, con una corriente fría acechando, el frío se hizo sentir en todo momento.

Me fui para el line up con los boys e intenté surfear las mismas olas que con los elementos anteriores y si bien es cierto que me bajé algunas buenas. El pozo del medio de la playa detenía el recorrido y lo divertido del mismo. Necesitaba buscar una más orillera, más pesada.

Me dejé llevar por la corriente hacia el final de la playa donde quebraban unos campanones (como le dicen en Perú) y ahí me surfié algunas de las mejores olas del día.

Lo que tuvo esta de las tres sesiones, claro, es que fue la única en la que me metí adentro de un tubo. El ir acostado y usando el cuerpo permite precisamente eso.

El frío me terminó echando pero con una buena sonrisa luego de haberme deslizado bien rápido en un par de olas que terminaron con unos buenos tubos cerrando en el bien llano banco de arena.

Nivel general de diversión: 7/10
Aprovechamiento en cantidad olas surfeadas: 6/10
Radicalidad de las maniobras: 8/10
Nivel de exigencia física: 10/10

CONCLUSIONES

Me duele en el alma escribir que me divertí más con un tablón que con una tabla, especialmente que con mi tabla más querida de mi vida. Me compré la Hypto Krypto a poco de tener a mi primer hijo, bien consciente de que iba a ser uno de mis últimos regalos a mí mismo pues de ahí en más la prioridad siempre serían los niños.

Esa tabla se ha portado de maravillas más de 11 años y lo sigue haciendo. Pero es real que con un mar chico, un longboard clásico 9’6 termina siendo una opción más divertida.

Mientras que con el tablón realmente debo haber surfeado más de 50 olas con recorrido, con la tabla a duras penas y zapateando habré surfeado cinco.

Las patas de rana son una buena opción pero por más que me divertí más con ellas que con la tabla, elegiría igual ir con la tabla al agua. Por un tema de aprovechar que la puedo usar y tenerla en el pie para días con más olas. Este último punto no es menor y es algo que da miedo si se abusa del uso del tablón… Mañana entran los olones y vos llevás unos cuantos días usando un longboard, seguramente no estés al mismo nivel que si todos esos días usaste tabla corta.

Pasaron cosas interesantes una vez que concluí el experimento: Se acercó un flaco y me pidió que por favor le preste el tablón para surfear “una ola”. “Te vi gozándote y me fisuraste”, me dijo.

Se lo presté, se metió al agua y en cinco minutos surfeó 10 olas. Salió copado, agradecido y feliz.

Yo mismo, cuando se acercó el amigo a pedir el tablón, estaba yéndome al agua a surfear nuevamente con él. Eso dice un montón.

Luego, al otro día, ayer domingo, el mar subió, entró un swell de viento que hacía que en el barco quiebren unas bombas overhead. Y ahí me sentí feliz de tener mi Hypto Krypto debajo del pie.

No obstante, como sigo enamorado del tablón, me fui a tirar un rato a La Aguadita, que tenía olas de 20 centímetros con buenas condiciones, y ahí me gocé.

Pero como sigo amando la tabla corta, ni me saqué el traje y me fui para La Mula, donde quebraban unas buenas olas picadas y me tiré con la tabla corta, y también me divertí como loco.

En este despelote mental que se me ha armado por tener un tablón en mi quiver, solo por ahora puedo decir que surfear es lo más grande que hay. Sea de la forma que sea con el instrumento que sea y que gracias a Dios existen, las olas y los instrumentos.

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