Amigos de la ruta son amigos de toda la vida: Diario de un viaje a El Salvador (en pandemia)

Entrega 3


Cobertura especial presentada por Surf City El Salvador 

Los amigos de la ruta, los de los campeonatos, son muy importantes, seres con los que uno comparte momentos pesados estando muy lejos de la casa… Tenerlos es una bendición, y es una relación que se construye en situaciones radicales, muchas veces estresantes, con las papas quemando.

Es difícil explicar cómo uno puede hacerse tan amigo de un pocotón de personas que no conviven en el mismo país, que solo ve de vez en cuando, pero cuando los ve, somos todos una banda.

Me emociona cuando lo escribo. Mis mejores amigos de mi vida en mi casa saben alguna y otra cosa de mis amigos de la ruta, pero no tienen idea de la trascendencia que se merecen. Es más, en más de una ocasión les indiqué que tenían que hablar con tal y con cual en caso de una emergencia.

Todos nos hemos ido y vuelto mil veces. Nos hemos encontrado y despedido y no hacemos drama de reality show, ese bullshit de “oooh amigo no te vi por mil años” con abrazos llorones, esa chotada para las cámaras, no es nuestro métier.

Solo nos alegramos, como algo dado, acá nos vimos y la próxima la vida permitirá que nos veamos también. No hay tampoco grandes despedidas. Damos por sentado que nos volveremos a ver hasta que el de allá arriba decida que nos llegó la hora… Es simplemente genial cómo aceptamos la realidad de nuestra amistad: Nos vemos una vez cada mil años, pero cuando estamos juntos somos hermanos de arrancarse la piel.

Me acuerdo una pelea en Francia con el seleccionado de Rugby de Burdeos… Cosas de la ruta, dejé la vida para defender a un amigo jamaiquino. Era amigo de ruta, casi me matan, sí, pero era amigo de ruta…

Habiendo dicho todo esto, me llamó la atención el encuentro de El Salvador 2020; porque este año no fue como cualquier otro, pero el encuentro sí lo fue… Natural, “bro cómo estás”… Abrazos y mimos. Tal vez no mimos físicos, pero sí con miradas, con expresiones y con cuentos de los que todos nos reímos a carcajadas.

Me hizo pensar sobre cómo las amistades de ruta son demasiado fuertes. Como un volver a casa. Una normalidad que nos escapó todo el año pero que sigue siendo un espacio seguro de amigos que no se afecta con pandemias… Un lugar donde las bromas de siempre siempre viven y no las toca la OMS.

La pandemia me dejó claro que los amigos que hice en la ruta son un lugar seguro, están liberados de toda pandemia y que siempre podré contar con ellos.

Que no falten nunca las carcajadas, las espantosas bromas y la compañía; y el saber que nos tenemos.

Lee las ediciones anteriores del diario de este viaje en pandemia:

Edición cero

Edición uno

Edición dos

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