La serie de semifinal de Gabriel Medina ante Jordy Smith podría haberle dado el título a Julian Wilson si el sudafricano ganaba y si luego el australiano se consagraba Pipe Masters una vez más.

El intercambio fue bien, bien ajustado, finalizó 16,27 vs 15,83.

En redes y en foros en distintos medios se ha discutido lo mismo que básicamente Ross Williams, el comentarista de la WSL y coach de John John Florence dice durante la transmisión en vivo: El 9,1 de Backdoor de Medina no pareció mejor al 8,5 de Jordy sino “igual” y la ola de Pipe de Jordy que rindió 7,27, como dijo el propio Williams: “Seguro va a ser mejor que el 7,33 que surfeó el sudafricano en su primera ola”.

Sumando, si el ex CT y reconocido integrante de la generación Momentum, hubiera sido el juez, Smith le habría ganado a Medina.

En el panel de jueces un juez de Francia le dio los 7,8, uno vasco le dio 7,7, luego un Australiano y un francés le dieron 6,8 y un brasileño le dio 7,3.

Al mismo tiempo, la ola de Pipe de Jordy también, señalan, fue mejor que la de Pipe de Medina pero para los jueces fue solo 0,1 mejor.

Estas fueron las olas de esa serie: En orden se ve el 7,3 de Jordy, 7,17 de Medina, el 8,5 de Jordy, el 9,1 de Medina y el 7,27 de Jordy.

El tres de Kelly
Si no existiera el replay de las cámaras y los jueces solo vieran el ángulo de la playa, esa ola de Slater en la que se cae dentro del tubo y se para saliendo, habría ido a algún lugar dentro de lo excelente. El ángulo que apunta la boca del tubo “delató” a Slater y los jueces consideraron que el tubazo del que salió ileso en lugar de un nueve fue un tres.

Kelly escribió en su Instagram que él creyó que iba a salir bodysurfeando de la ola cuando se dio cuenta que todavía tenía ahí la tabla. Entonces aprovechó para volver a pararse.

Esto, como en 2015 en Lowers, cuando completó un aéreo de backside acostado y fue recompensado con un 3,07 es una falla en el sistema de juzgamiento: Es cierto que ni el tubo ni el aéreo fueron completados de la forma más limpia, pero sí se completó lo que hace que resulte ridículo que se pague como “regular” una ola que terminó siendo buena.