"Lo que para los montañistas es el Everest para nosotros es Skeleton Bay"
Guille Gutiérrez, Julen y Ethan Egiguren relatan cada detalle de su viaje a Namibia
Todas las fotos de Alex Kuesta - Mira la película de este viaje haciendo click aquí
A medida que pasa el tiempo y que más surfistas viajan a Skeleton Bay, quedan claras algunas cosas: La ola está a la altura de las expectativas, pero encontrarla no es fácil y mucho menos surfearla bien. Uno puede perfectamente irse a Namibia y volver con las manos vacías.
También es claro que el desafío es grande físicamente, los días son de 12 horas de surfing, con wetsuit puesto y frío en la arena. La corriente te saca del pico y te obliga a caminar varias veces de regreso.
Es también un desafío para los filmmakers que tienen que, de alguna manera, filmar una ola de dos kilómetros estando fijos en un lugar, según contó el realizador Alex Kuesta en nota otorgada a DUKE una semana atrás (leer aquí).
Precisamente todo eso es lo que Namibia se haya convertido en un vicio, y que el que va una vez, intenta regresar todas las veces que la vida les permita.
En los siguientes párrafos, los protagonistas de BENEFVCTORS x NAMIBIA, película que se acaba de estrenar an DUKE cuentan todo sobre el viaje y comentan cada una de las fotos que se trajeron de recuerdo.
Ethan Egiguren: “La ola es una pasada, es otro mundo”
El viaje surgió de un día al otro, recuerdo que acababa de terminar de dar un curso de surf acá en la escuela donde trabajamos y vino John, uno de los que fue de viaje con nosotros, él dijo “Va a entrar un swell increíble para Namibia, ¿vamos o qué?
“La semana que viene entra un swell y hay que ir a Namibia y hay unos cuantos de aquí de San Sebastián que quieren ir”, dijo. En eso le miré a mi hermano que estaba ahí conmigo y dijimos: “Ahora no tenemos dinero pero yo creo que nos organizamos y vemos como podemos hacer para ir”.
Después de eso llamé a Guille y le conté el plan de que queríamos ir a Namibia y a ver si se animaba. Y nada, hicimos un grupo de WhatsApp y ahí fuimos organizando todo.
Ruben, que ya había estado el año anterior fue el que organizó todo un poco y le dije a Julen que era una oportunidad perfecta para ir porque íbamos como ocho personas de San Sebastián que nos conocíamos entre nosotros y era un grupo bonito.
Julen y yo estabamos libres, Guille y Alex se habían apuntando también al viaje. Me dije que para ser la primera vez que era el momento. Y así fue como salió.
La verdad es que la ola es una pasada, es otro mundo. Vi un millón de videos antes de ir, pero no te haces la idea de como es hasta que llegas ahí ves lo que es.
Luego, también es muy difícil y exigente tanto físicamente como para el nivel.
El primer día que fue el más gordo de tamaño y de todo, me costó bastante adaptarme a la ola. Partí tablas, me di muchos wipe outs de arriba a abajo, la verdad que me costó adaptarme. Pero luego hemos cogido las mejores olas de nuestras vidas, los mejores tubos.
Y sí es una ola muy difícil, es como el Everest del surfing. Si lo comparas con alguna otra cosa, no se puede. Lo que para los montañistas es el Everest para nosotros es Skeleton Bay.
Afríca es guapísimo, increíble. El sitio es brutal, hace mucho frío también.
Guillermo Gutiérrez: “Cuando estas en casa viéndolo en el ordenador, no ves nada”
Lo primero que pienso del viaje que hemos hecho es que ha sido el más duro de surfing que he hecho en mi vida. Skeleton Bay podría compararse con el Everest del surfing. Es una ola larguísima y rapidísima. Viene como un tren que no para en ningún momento y además te requiere que estés en forma porque hay mucha corriente y las remontadas al pico andando todo el día se hacen muy duras.
Llevaba unas expectativas altísimas, y fue un choque de realidad ver que no iba a ser estar sentado en el pico y coger 30 olas al día, porque para coger diez olas ibas a tener que estar surfeando seis horas, es una locura.
La verdad es un viaje que siempre había soñado con hacer y que nunca pensé que se fuese a materializar o que realmente fuese a poder ir. Ha sido una sorpresa para mí el poder apuntarme a este viaje y que haya sido con tres de mis mejores amigos ha sido una de las experiencias que más recordaré.
Es la primera vez que he visitado África profunda y la primera vez surfeando Skeleton, una de las mejores olas del mundo, si no la mejor, y que además es una verdadera maravilla de la naturaleza, solamente verla así con ese swell y esa fuerza ha sido increíble.
Lo mejor del viaje fue la ola en sí, es por lo que vas y la verdad es que lo merece. Las cinco o diez olas que cojas que sean buenas, van ser las mejores de tu vida. Pero al final pasa de estar ahí con tus amigos y pasar un buen tiempo y disfrutar con ellos tu experiencia para mi es lo mejor, estar con ellos ha sido increíble.
Lo peor del viaje fue que es muy duro en todo, cuando estas en casa viéndolo en el ordenador, no ves nada, no te puedes hacer una idea de como es la ola o como es el sitio. Estás en un arenal lejos de todo. Está lleno de focas y leones marinos, medusas gigantes por al orilla, cuerpos a medio comer de leones marinos, notas la presencia de los tiburones todo el rato, el agua está súper oscura, hace mucho frío, mucho más de lo que pensaba y no estaba preparado para ello.
Pasamos mucho frío todos. Las expectativas no eran reales, ahora la verdad es que se me quedó una espinita clavada por que no fui a su máximo potencial. Seguramente la primera vez es imposible, pero ahora mismo estoy muy motivado con volver de nuevo a sufrir e intentar cazar otra de esas olas.
Finalmente, es muy duro y a la vez muy gratificante coger una de esas olas. Vas muy rápido dentro del tubo, es infinita, parece otro deporte, como snowboard. Pillas una ola y estás un minuto corriendo hacia abajo y luego tienes que camigar tres cuartos de hora para arriba para volver a entrar. Es una locura, es un juego completamente distinto.
Julen Egiguren: “Cuando vimos eso, se me cambió la cara”
El viaje de Namibia fue un viaje expres que un día que fuimos a la playa Ethan y yo a surfear, salimos y justo coincidimos con John Ortiz, un colega de la playa y nos comentó que iba un swell épico para Namibia y que miró los vuelos y vio que los billetes eran baratos, a ver si nos animabamos.
Ahí fue el calentón. Ethan y yo empezamos a mirar vuelos, miramos lo que nos saldría todo, porque andábamos justo en ese momento bastante pelados de pasta. Se nos ocurrió también avisar a nuestros amigos de Cantabria, a Guille y a Alex, a ver si se animaría y nos dijeron que sí.
Después de hacer un par de llamadas, que yo al final tuve que pedirle dinero a mis padres, pues nada, ya todo organizado nos fuimos para allá.
Iba con la mentalidad de Africa: De pobreza y todo muy salvaje, muy nuevo, y no fue lo que me encontré. Encontré casas muy grandes, como un sitio con dinero, como si fueses a Canarias, más o menos. Un sitio muy turista en medio de África, como muy perdida.
Lo primero fue un choque porque no me esperaba algo así, el sitio era como todo muy nuevo, ordenado, pero muy bonito. La gente de ahí súper amable y hablando de la ola pues es un tren, yo le llamaría el tren de Namibia.
Es una que va como un tiro. Llegamos el primer día y estaba muy pequeño, casi no había olas. Y para el fin el día empezó a subir el mar y se veía algunas orillas.
Al siguiente día fue el día más grande del swell y cuando vimos eso, se me cambió la cara. Eran olas bastante grandes con una velocidad increíble, que no paraba. Desde que veías a lo muy lejos la ola romper hasta que terminaba llevaba tubazos y tubazos.
El primer día fue un poco como “woa, a donde me he metido, esto va como un tiro”.
Al final hacer un viaje con tu hermano y con tus colegas pues es lo mejor. Entrando al agua le dije a Ethan: “Esto está un poco acojonado, lo veo un poco difícil”, y entramos para ver qué tal nos sale. Y la verdad que fue muy bien.
Una experiencia increíble, se puede decir que es la mejor ola del mundo. Además yo siendo goofy me pegué muy buenos tubos y lo disfruté muchísimo. Aunque si es verdad que no es lo que te esperas. Yo me esperaba algo más fácil y la verdad que no, es una locura, va muy heavy. Algunas ni las puedes bajar entonces en el agua siempre tienes tensión y dices a ver si tengo buena suerte. Además la corriente te lleva para abajo todo el rato. Entonces era un poco lotería y la verdad que a mi me tocaron unas buenas.
El viaje muy bonito, muy duro la verdad, nos despertábamos todos los días a las seis de la mañana y hasta las siete de la tarde no salíamos de la playa. Era ponernos el neopreno y sin quitárnoslo, comer algo, además hacía frio, venía el viento muy frio entonces era como todo el rato medio frio. Entrabas ya al agua como destemplado.
Fue un viaje inolvidable.
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