Por Nicolás Albano. Sobre la foto principal: En un momento y por un instante salió el sol. Tenía la cámara colgando del cuello, había puesto el foco en infinito, marcó la serie, me agaché, logré colocar algún pasto delante, hice click. A veces creemos que somos nosotros quienes logramos imágenes pretenciosas, el universo no para de darnos la posibilidad.

Hace cuestión de cinco años volví a tener contacto frecuente con una cámara analógica. Luego de un período en que la tecnología nos enseñó otro lado de la fotografía, doy con un máquina de fotos de la década de los 60, hecha en Alemania.

Mi padre la compró usada a un tipo que arreglaba en la calle Agraciada, cerca del Palacio Legislativo. Se llamaba Pericles Kutia, llegó a Uruguay de Canadá.

Es una cámara muy simple, pero a la vez compleja si no conoces del tema. A través del visor no notas los cambios cuando haces ajustes, todo es lo mismo.

La distancia de enfoque se pone a mano no te das cuenta si está en foco o no. Te hace pensar constantemente, te hace adquirir referencias de espacio. Hacer uso de esta herramienta en un contexto que no encaja transmite otra sensación, te lleva en un camino diferente.

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