Argentina presentó su propia tecnología de olas artificiales

Buscan ahora inversores para concretar un primer parque en el país. Waveseg genera cuatro olas por minuto de entre 1,20 y 1,50 metros


Argentina se sumó al boom de la industria de las olas artificiales con una creación propia llamada Waveseg que es capaz de generar olas de entre 1,20 y 1,50 con una frecuencia de cuatro olas de 10 segundos de duración por minuto, informaron hoy desde el emprendimiento por medio de un comunicado de prensa.

El creador de la ola, Omar Modini, surfista porteño que para ir a la playa tenía que hacer los 400 kilómetros que separan Buenos Aires de Mar del Plata, intentó traer alguna tecnología ya existente pero el precio lo superó y buscó entonces generar una tecnología “made in Argentina”.

Así, consiguió el soporte técnico del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y del laboratorio de Fluidodinámica de la Univesidad de Ingeniería de Buenos Aires con quienes durante cuatro años hizo ensayo y error para generar el modelo descripto.

“Hoy ya estamos en condiciones de construir la primera ola artificial dinámica en el país”, dice Modini que comenta que el camino no fue sencillo: “Hemos tenido persistencia y paciencia. No es nada fácil emprender algo así en la Argentina”.

“Estamos en la búsqueda de empresarios que decidan invertir a la tecnología argentina y en un caso típico de investigación y desarrollo donde la ciencia y la cultura del surf se unen con un fin específico. Y así poder construir atracciones con olas artificiales de alta categoría que nos permita la práctica del surf en cualquier lugar. Siento que los argentinos tenemos potencial de sobra para demostrar al mundo que somos competitivos e ingeniosos”, dijo Modini.

El plan de ejecución de obra está dividido en cuatro fases. La primera definirá el diseño de la máquina, que generará una prueba de una ola de al menos 1 metro de altura, con un ancho de 3/4 y un recorrido de 80/90 metros. Luego, superado ese test, se ejecutan las siguientes etapas hasta finalizar la construcción.

Dependiendo los tiempos de cada proyecto, se puede estimar que en los siguientes años Argentina tendrá por lo menos dos tecnologías creando olas artificiales ya que en junio del año pasado se informó que un Wavegarden Cove estará funcionando en Buenos Aires en 2020.

“Argentina es un país largo y alejado del mar. Y Waveseg puede generar un antes y un después en la historia del deporte. Donde se instale una atracción de estas características el PBI local crecerá y el motor socioeconómico se elevara”, dice Modini, director del emprendimiento.

La fisura como motivación para generar su propia ola
Omar Modini cuenta que siempre sintió que tenía una especial conexión con el mar aunque recién a los 30 años, hace 11, se animó a subirse a una tabla luego de escuchar las cautivantes historias de un amigo que siempre iba a surfear a Mar del Plata.

Así arrancó, yendo cada vez que podía desde Castelar hasta La Feliz. Pero, claro, por el frenético día a día moderno, la pasión no es fácil sostenerla cuando el ámbito de tu deporte está a 400 kilómetros de distancia.

“Empecé a sentir el desgaste de los viajes y a preguntarme cómo haría para seguir surfeando viviendo tan lejos del mar… Ahí, justamente, comencé a fantasear con una ola artificial para quienes, como yo, amamos el surf pero nos cuesta viajar regularmente a la costa”, explica.

Aquella primera idea, “mientras estaba planeando un viaje a Mar del Plata sin siquiera tener la certeza que fuera a haber olas”, se le cruzó por la cabeza en el 2012 y hoy, tras seis años de mucho trabajo e inversión, empieza a transitar la etapa final del proyecto que podría cambiar (y potenciar) la historia del surf en la Argentina.

“Argentina es un país largo y alejado del mar. Y Waveseg puede generar un antes y un después en la historia del deporte. Donde se instale una atracción de estas características el PBI local crecerá y el motor socioeconómico se elevara”, amplía.

“Me imagino a las escuelas incorporando al surf como deporte, los autos entrando al predio con tablas en su techo, los nuevos surfistas emocionados, los que ya surfean evolucionando velozmente y toda una comunidad disfrutando de la cultura del surf”, agrega.

“Esta es una oportunidad sin precedentes, no solo para los fanáticos del surf. Muchas personas que siempre fantasearon con subirse a una tabla y no lo hicieron, por miedo, prejuicios o simplemente por no estar el suficiente tiempo en la playa, ahora sí podrán hacerlo. Sin peligros. Y se beneficiarán porque está comprobado que el surf es sanador, un deporte que ayuda a la salud mental y física”, resalta Modini. La inauguración dependerá de cómo siga evolucionando el contexto económico de este surfista que, junto a su equipo, está decidido a instalar el primer SurfPlace. En Buenos Aires. Y en el 2019. Para cambiar la historia del surf argentino.

Surfear en Buenos Aires y en el interior de Argentina aparece como una posibilidad cada vez más palpable.
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