Una reflexión sobre el cuchillazo al corazón que significa la muerte de la revista Surfer
El último bastión clásico de la comunicación de surfing se ha ido, qué queda, por qué queda y qué debería suceder para equilibrar la balanza
En portada: Jay Moriarty (QEPD) con 17 años, en uno de los momentos más increíbles de la historia del surfing... O al menos de lo que podía verse en aquellos tiempos, sin tanta tecnología. Esa edición trajo la crónica de la muerte de Mark Foo, el día después de la foto. Curiosa esa tapa por encima de todas las cosas: Habla de la muerte de Mark Foo, años después murió Moriarty y no hace tanto el surfer sentado en el canal, Chris Brown (que luego de ver ese wipeout remó de regreso a la costa y volvió sequito a su casa).
Se hace difícil digerir la muerte de la revista Surfer. La que siempre nos acompañó y de alguna manera u otra nos seguía acompañando; seguía siendo un faro vivo de la comunicación de surfing.
Me parte la cabeza. Mi vida entera fue acompañada por esa revista, por cada tapa que iba corriendo a comprar atravesando la avenida 18 de julio de Montevideo, desde la calle Río Negro hasta la Plaza Independencia, donde el señor Basanta me vendía la publicación que guardaba para mí, mes a mes.
Sus páginas alimentaron mi alma y dieron fuego a las ganas de tirarme a surfear permanentemente, y de también finalmente ser un periodista de surf.
¡¿A dónde diablos va la comunicación de surfing?!
¡La comunicación responsable de surfing casi no existe! El deporte está en manos de unos pocos aficionados y muchos menos profesionales.
Se murió la Surfer, Surfing, Transworld, Fluir, ¿qué queda? Muy poca cosa.
En esto hay mucho para analizar: Sí, hay una industria en crisis, sí los presupuestos se vieron impactados por el Covid y finalmente, sí, las redes sociales han sabido seducir al “lector”, evitando que estos tengan el impacto de antes, pero al mismo tiempo, los medios, supuestos especializados en comunicar, no han estado a la altura del partido para pelear frente a frente esta batalla.
Si no hubiese sido así, esto no habría sucedido.
No es noticia nueva: Hay diarios gigantes que han sucumbido en varios países por todos lados, porque la gente simplemente elige solo mirar redes sociales y comerse una noticia falsa tras otra… Cada uno con lo suyo.
Hay también New York Times o Wall Street Journals, también, que han demostrado que el valor de la noticia y la confianza existe y vale la pena pagar por ello.
Entonces, es un juego de doble entrada: Hay que saber que a la gente la seduce el porno gratuito que abunda en redes, pero la gente debe saber que hay contenidos exclusivos, bien tratados por profesionales que tienen un valor gigante.
En el mismo sentido: Los medios deben estar al tanto que hay contenidos de calidad siendo distribuidos permanentemente por todo el mundo en redes sociales que le ganan en inmediatez y en atención.
En ese juego se debate todo.
En el medio están las marcas que van decidiendo si van por redes e influencers o por medios, o por los dos; y hay también otros modelos de negocios, como apostar a que los lectores paguen por el contenido, algo que en el surfing se ha hecho poco.
Mi posición, es clara: Prefiero que la comunicación esté en manos de gente que sabe comunicarla que de seres que no, pero sí saben del tema que les pagan para que comuniquen.
El balance siempre es perfecto y en este momento, claramente los medios perdieron ante la revolución de las redes. Y ojo, no es que estén enfrentados unos con otros, creo incluso y lo hemos aplicado en DUKE más de una vez, que juntos, redes y medios, se potencian.
Pero de todos modos, es hora de equilibrar la balanza. La comunicación responsable, el periodismo real, el relato desde un lugar neutral, el brindarle a un fanático algo que no viene con sesgo… Todo esto vale platino. Pero hay que hacerlo bien para que nadie se muera.
En lo que a DUKE respecta, tenemos confianza eterna que podremos ejercer nuestra tarea sin morir porque hay marcas y hay lectores que nos han apoyado, pero no somos idiotas, nos preocupa que sucedan estas cosas… Por encima de todo, nos parte el alma que uno de los padres de la comunicación de surfing, el último faro antiguo de esta labor, se haya muerto.
Que en paz descanse.
PD: Ni que hablar que allá atrás quedaron los días en los que el prestigio de salir en la portada de una revista impresa tenían algún valor. Likes y followers, sin criterio alguno son la regla ahora.
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